El papa Francisco exhortó hoy a no responder al mal con el mal, a hacer el bien, a arriesgarse a dar, aun si se recibe poco o nada a cambio.
"El Señor nos propone abandonar la lógica del interés propio y no medir el amor a base de cálculos y conveniencias", dijo el pontífice durante el Angelus, al comentar el Evangelio del día, en el que -observó- las palabras de Jesús "son exigentes y parecen paradojales".
"Nos invita a poner la otra mejilla y a amar incluso a nuestros enemigos", mientras que "es normal que amemos a los que nos aman y seamos amigos de los que son nuestros amigos", señaló.
Porque "es este amor el que transforma lentamente los conflictos, acorta las distancias, vence las enemistades y cura las heridas del odio", observó.
En general, apuntó respecto a este comportamiento "extraordinario", "tratamos de tenerlo todo en orden y lo suficientemente controlado, para que corresponda a nuestras expectativas".
"Temiendo no recibir la devolución o exponernos demasiado y luego desilusionarnos, preferimos amar solo a los que nos aman, hacer el bien solo a los que nos son buenos, ser generosos solo con los que nos pueden devolver el favor; y a los que nos tratan mal les respondemos con la misma moneda, así que todos estamos en equilibrio", sostuvo.
Pero para el Señor, advirtió el Pontífice, "¡esto no es suficiente! Diríamos: esto no es cristiano. Si nos quedamos en lo ordinario, en el equilibrio entre dar y recibir, las cosas no cambian. Si Dios siguiera esta lógica, ¡no tendríamos esperanza de salvación! Pero, afortunadamente para nosotros, el amor de Dios es siempre 'extraordinario', es decir, va más allá de los criterios habituales con los que los humanos vivimos nuestras relaciones".
Así es como las palabras de Jesús "nos interpelan", insistió.
"Mientras tratamos de permanecer en lo ordinario del razonamiento utilitario - subrayó Francisco - Él nos pide que nos abramos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras tratamos siempre de equilibrar las cuentas, Cristo nos estimula a experimentar el desequilibrio del amor. Jesús no es un buen contador, siempre va al desbalance del amor. No nos extrañemos por esto".
En ese sentido, afirmó que "si Dios no se hubiera desequilibrado, nunca nos habríamos salvado".
"Jesús no habría venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y lejos, no nos habría amado hasta el extremo, no habría abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y nada podíamos darle a cambio", explicó.
Por último, el Papa dijo que "Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o podamos devolverle algo. El amor de Dios es siempre desmesurado, siempre desproporcionado.
Hoy nos pide también a nosotros que vivamos así, porque sólo así seremos verdaderamente testigos de ello".
"Entonces podemos preguntarnos: ¿sigo yo, cada uno de nosotros, en mi vida, la lógica del interés propio o la de la gratuidad?. El amor extraordinario de Cristo no es fácil, pero es posible", concluyó.
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