"No se debe idealizar el matrimonio, como si existiera sólo donde no hay problemas. El plan de Dios, puesto en nuestras manos, se realiza siempre de manera imperfecta", señaló el pontífice al recibir en audiencia al Tribunal de la Rota Romana con motivo de la solemne inauguración del Año Judicial.
"Esta palabra -explicó- es a veces vista con recelo, como si fuera una imposición exterior, un lastre, una 'lazo' en oposición a la autenticidad y libertad del amor".
"Si, en cambio, el vínculo se entiende como vínculo de amor, luego se revela como el núcleo del matrimonio, como un don divino que es la fuente de la verdadera libertad y que salvaguarda la vida conyugal", señaló.
El Pontífice quiso subrayar entonces que el matrimonio es "un bien".
"Un bien de extraordinario valor para todos: para los mismos esposos, para sus hijos, para todas las familias con las que se relacionan, para toda la Iglesia, para toda la humanidad", afirmó.
"Un bien difundido, que atrae a los jóvenes a responder con alegría a la vocación del matrimonio, que consuela y reanima continuamente a los esposos, que da frutos múltiples y diversos en la comunión eclesial y en la sociedad civil", concluyó.
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