El Papa Francisco renovó hoy sus rezos por el "pueblo ucraniano mártir" y, frente a su sufrimiento en medio de la guerra, llamó a estar cerca y orar por esa gente y subrayó que al servir es necesario "hacerse a un lado, nunca aferrarse a roles y posiciones". "El signo del verdadero educador es no atar a las personas a sí mismo", subrayó.
"Hermanos y hermanas, no olvidemos al pueblo ucraniano mártir, que tanto sufre. Permanezcamos cerca de ellos, con nuestros sentimientos, con nuestra ayuda, con nuestras oraciones", afirmó el Sumo Pontífice en el Angelus.
"Esto es difícil pero es el signo del verdadero educador: no atar a la gente a uno mismo", expresó luego al dedicar su reflexión de este domingo al testimonio y al "espíritu de servicio" de Juan Bautista.
"Juan hace esto -explicó-: pone a sus discípulos en las huellas de Jesús. No le interesa tener seguidores para sí mismo, obtener prestigio y éxito, sino que da testimonio y luego da un paso atrás, para que muchos tengamos la alegría de encontrarnos con Jesús. Podemos decir, abre la puerta y se va".
Según Francisco, "con su espíritu de servicio, con su capacidad de hacer espacio, Juan Bautista nos enseña una cosa importante: la libertad de los apegos".
"Sí, porque es fácil apegarse a los roles y cargos, a la necesidad de ser estimado, reconocido y recompensado -subrayó-.
Y eso, aunque natural, no es bueno, porque el servicio es darlo libremente, cuidar de los demás sin ventajas para sí mismos, sin segundas intenciones, sin esperar a cambio".
"A nosotros también nos hará bien, como a Juan, cultivar la virtud de hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia en la vida es Jesús.
Hacernos a un lado, aprendiendo a decir adiós: 'he hecho esta misión, y estoy dejando espacio para el Señor'", afirmó el Papa.
"Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por protagonismo o interés, sino para acompañar a los demás a Jesús. Pensemos en lo importante que es para los padres, que con tantos sacrificios crían a sus hijos, pero luego tienen que dejarlos libres para que tomen su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida", completó.
"Hermanos, hermanas, tratemos de preguntarnos -añadió-: somos capaces de hacer lugar a los demás? De escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros exigiendo reconocimiento? Incluso de dejarlos hablar?¿Atraemos a otros a Jesús o a nosotros mismos?".
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