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Lucha contra los abusos, escándalo amenazante

Benedicto cargó contra la pedofilia, pero fue arma de doble filo

CIUDAD EL VATICANO, 01 enero 2023, 09:36

Redaccion ANSA

ANSACheck
Benedicto XVI fue el primer Papa en lanzar una campaña de "tolerancia cero" para erradicar el fenómeno de la pedofilia entre el clero y castigar a los culpables, incluidos los obispos "conspiradores".
    Fue él -siendo todavía cardenal, se debe la clamorosa denuncia de la "inmundicia en la Iglesia" en el Vía Crucis de 2005- quien llevó a juicio el dilatado caso Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo. Y fue él quien quiso la máxima transparencia en cada caso, contra la práctica de encubrir denuncias de abusos y el simple tarslado de pedófilos de una diócesis a otra.
    El surgimiento de hechos siempre nuevos que se remontan a las últimas décadas (uno tocó la figura misma del Papa, por el cambio de oficio de un sacerdote pedófilo cuando era arzobispo en Munich), sin embargo, hizo que el escándalo se extendiera aún más a nivel mundial.
    Benedicto también dirigió una carta "a los católicos de Irlanda", uno de los países más afectados. Pero en el verano de 2011, la publicación de informes gubernamentales sobre abusos en las diócesis de Irlanda incluso desencadenó una crisis diplomática con Dublín.
    En definitiva, la fuerte ofensiva anti-pedófila de Benedicto XVI pareció convertirse en un arma de doble filo, que recrudeció aún más en los años siguientes con la divulgación de las diversas investigaciones independientes o gubernamentales en varios países europeos, tanto en diócesis individuales como en los Estados Unidos.
    A principios de 2010, el escándalo afectó también a la Iglesia alemana y en marzo estuvo a punto de tocar al propio Benedicto XVI, ex arzobispo de Múnich de 1977 a 1982: fue precisamente en ese cargo que el entonces cardenal Joseph Ratzinger aceptó en 1980 acoger en su diócesis, a ese prelado procedente de Essen, sospechoso de acoso sexual de menores.
    Según la reconstrucción realizada por la diócesis de Munich, el entonces vicario general de la capital bávara, monseñor Gerhard Gruber, sin embargo, decidió confiar al religioso, definido retrospectivamente como "Padre H.", un papel pastoral en una parroquia.
    Esto sin avisar a su superior, o sea el propio Ratzinger.
    El sacerdote se convirtió entonces en responsable de nuevos delitos de pedofilia, tanto que en 1986 el tribunal de la Alta Baviera lo condenó a 18 meses de prisión y una multa de 4.000 marcos alemanes.
    De inmediato, tanto el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, como el arzobispado de Munich aseguraron que Benedicto XVI era completamente ajeno a lo sucedido. El ex vicario general mismo, monseñor Gruber asumió toda la culpa, con un comunicado publicado en el sitio web diocesano.
    Pero el caso volvió a salir a la luz en enero de 2022, casi nueve años después de la renuncia de Benedicto XVI -mientras tanto en 2019 un texto suyo sobre la pederastia en la Iglesia, que vinculó con el "derrumbe moral" de la revolución sexual de 1968, suscitó bastantes controversias- con la publicación del informe independiente sobre abusos sexuales en la archidiócesis de Baviera, que acusaba a Ratzinger de "comportamiento erróneo" en la gestión de casos individuales.
    Entre otras cosas, en esos días la autodefensa del Papa emérito experimentó un desagradable escollo cuando tuvo que corregir una afirmación esencial que hizo en relación al dossier.
    Contrariamente a su relato anterior, de hecho, Ratzinger participó en la reunión del Ordinariato el 15 de enero de 1980, durante la cual se habló del sacerdote que había venido de Essen y que había abusado de unos niños y por lo tanto llegó a Munich para una terapia. Sin embargo, declaró el secretario personal monseñor Georg Gaenswein, en la reunión en cuestión, y dijo que "no se tomó ninguna decisión sobre la asignación pastoral del sacerdote en cuestión".
    Más bien, la solicitud solo fue aprobada para "permitir alojamiento para el hombre durante el tratamiento terapéutico en Munich". Sin embargo, el problema que quedaba era que Benedicto sabía sobre el sacerdote acusado de pedofilia, y no al revés.
    Más tarde, al sacerdote se le encomendó el cuidado de las almas y continuó en su comportamiento. Y la acusación que se le hizo al entonces arzobispo Ratzinger fue que no había tomado ninguna medida para evitar que esto sucediera.
    Una acusación que también le costó a Ratzinger, ahora de 95 años, una denuncia interpuesta en un juzgado civil de la Audiencia Provincial de Traunstein, en Baviera, por un hombre que denunció haber sufrido abusos por parte del reincidente identificado como H. en la localidad de Garching. der Alz.
    A principios de noviembre de 2022, el Papa Emérito también accedió a defenderse en el caso junto a los otros tres acusados: además del sacerdote ya condenado penalmente, también el cardenal Friedrich Wetter, sucesor de Ratzinger en la cátedra de Múnich, y la archidiócesis de esa localidad. Si no se hubiera declarado dispuesto a defenderse, el Pontífice Emérito, en la tranquilidad del antiguo monasterio Mater Ecclesiae, se habría arriesgado a una condena en rebeldía.
   

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