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La música y los gatos, el otro Benedicto

El Ratzinger íntimo, le encantaba sentarse al piano

CIUDAD DEL VATICANO, 01 enero 2023, 09:39

Redaccion ANSA

ANSACheck
Un Papa sentado al piano junto a uno de sus gatos. Así fue también Benedicto XVI, un Pontífice que supo captar la belleza de la vida también en el arte, la naturaleza y el cariño a los animales.
    La música clásica ha sido su pasión desde niño, transmitida por sus padres y su hermano mayor que en realidad era músico.
    Mozart estaba en lo más alto de sus notas favoritas pero también amaba a Bach y Beethoven.
    En este sentido, quedan las emotivas palabras que pronunció el 16 de abril de 2007 en la Sala Nervi con motivo del concierto por su 80 cumpleaños interpretado por la Orquesta de la Radio de Stuttgart. ''Mientras miro hacia atrás en mi vida, doy gracias a Dios por haber puesto a mi lado la música casi como una compañera de viaje, que siempre me ha brindado consuelo y alegría''. señaló.
    Y luego el Mozart que escuchó de rodillas en la Misa de Navidad. ''Mozart -explicó él mismo- expresa con la universalidad de la música lo que las palabras no pueden manifestar, es decir, Jesús que se encarna y se hace hombre''.
    Su hermano Georg, fallecido en 2020, vivió de la música y durante treinta años, de 1964 a 1994, fue director del Regensburger Domspatzen, el coro de niños de la catedral de Ratisbona. "En nuestra casa - dijo monseñor Georg Ratzinger- todos amaban la música. Siempre he pensado que la música es una de las cosas más hermosas que Dios ha creado. Mi hermano también siempre ha amado la música: quizás lo contagié".
    El maestro Riccardo Chailly dijo que vio en él "ante todo un músico, al Papa músico. Esto es algo extraordinario y muy diferente al pasado. Así que no sólo él ama la música, sino que se dedica especialmente a la interpretación de la música clásica", explicó.
    Pero en la vida secreta del Papa erudito y teólogo también estaba la naturaleza, los animales, empezando por sus amados gatos. Entre todos, una anécdota contada por el cardenal Tarcisio Bertone en el momento de la elección de Benedicto XVI: "Cada vez que se encontraba con un gato lo saludaba y le hablaba, incluso durante mucho tiempo. Y un día, el gato, fascinado, lo siguió. Una vez se llevó una docena de gatos al Vaticano. Tuvieron que intervenir los guardias suizos: 'Mire Su Eminencia, los gatos están atacando la Santa Sede...'", contó divertido el que luego sería su secretario de Estado.
    Pero en el corazón de Benedicto también ha estado siempre su Baviera, con su folclore, la cerveza, la gente que lo amaba y siempre iba a Roma a visitarlo y dejarlo respirar un poco de aire de casa.
    Cuando cumplió 90 años, y ya era Papa Emérito, llegó una delegación oficial de su Baviera natal, y se celebró una fiesta bávara frente al convento Mater Ecclesiae, en los Jardines del Vaticano, con grandes jarras de cerveza, el pretzel típico y música interpretada por una compañía de Schuetzen con sus trajes tradicionales.
    Al final del encuentro festivo, antes de impartir la bendición a todos los presentes, Benedicto XVI les agradeció haberlo devuelto a su "hermosa tierra".
    La cerveza está entre las cosas que le gustaban y no desdeñaba beber; así como era goloso por los dulces típicos de su tierra, como el strudel. El vínculo con la bebida inspiró, con motivo de su visita a Berlín en 2011, una nueva cerveza: la "cerveza del Papa". Esa "Pils" ecológica supuestamente y maduraba "durante los cantos gregorianos, lo que le dio un alma", dijo su excéntrico creador Helmut Kurtschat.
   

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