En la sala de prensa de la Santa Sede no hay un lleno total no solo por la celebración, sino también porque la única cita del día es un consistorio de rutina para fijar la fecha en la que serán proclamados santos los mártires de Otranto. Pero esa cita tiene un giro inesperado que cambiará el rumbo de la historia de la Iglesia, pero quizás también de la historia en general.
El Papa Ratzinger habla a los cardenales en latín para decirles que no han sido convocados sólo para esas canonizaciones: "Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata ad cognitionem certom perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum" ( "Después de haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a la edad avanzada, ya no son adecuadas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino"). Pronuncia, pues, dos palabras clave, "ingravescente aetate", que recuerdan la disposición de Pablo VI de 1970 que fijaba un límite de edad para los obispos.
Y ahora Benedicto XVI siente que ese límite también lo llama a él. Un flash de ANSA a las 11.46 horas informa al mundo de esta decisión, sin precedentes en ocho siglos.
En el "box", en la jerga es el nombre de la ubicación de las agencias en la sala de prensa del Vaticano, ahí está en ese momento la periodista Giovanna Chirri que comprende la gravedad de esas dos palabras en latín y anuncia la noticia al mundo.
Era una decisión que se había estado meditando durante algún tiempo, como se descubrirá más adelante, y el Papa Benedicto indica el 28 de febrero como el final de la fecha de su pontificado y pide que se convoque un cónclave.
El rostro del Papa muestra cansancio pero también mucha serenidad cuando dice que quiere anunciar "una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia". La primera reacción es la de uno de los cardenales presentes en el consistorio, el deán Angelo Sodano: "un rayo en el cielo sereno".
Un comentario oportuno proviene del entonces primer ministro italiano, Mario Monti, quien a las 12.11 (según la hora de las noticias de ANSA) dirá que está "muy conmocionado por esta noticia inesperada".
Será el mismo comentario repetido cientos de veces durante el día porque nadie, ni siquiera dentro de la propia Iglesia, podría haber esperado una noticia similar. A los pocos minutos, hasta la Plaza de San Pedro comienza a llenarse de fieles incrédulos. El entonces presidente de la República Giorgio Napolitano comenta: ''Un gran coraje y un gran respeto de mi parte''.
El vocero de Ratzinger en ese momento, el padre Federico Lombardi, dio una conferencia de prensa y comenzó: ''El Papa nos tomó un poco por sorpresa''. El resto es historia con todas las emisoras del mundo, desde la RAI hasta la BBC, desde la CNN hasta Al-Jazeera, que cambiaban sus horarios y se convirtieron en un largo todo-noticiero para intentar entender qué hay detrás de esta decisión y qué pasará.
Los sitios de todos los diarios del mundo relanzaron las noticias "emitidas por ANSA" ese día. Llegan los comentarios de los jefes de Estado, incluido el del presidente estadounidense Barack Obama, otros líderes religiosos, intelectuales y gente común.
En esas horas no faltan los flashes del mundo del espectáculo. En Sanremo tiene lugar la rueda de prensa del festival de la canción que comenzaba al día siguiente. Luciana Litizzetto comentó: ''No sé si te has enterado, el Papa ha dimitido y propongo a Fabio Fazio (el reputado presentador de shows, NDR) como chambelán''.
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