Por Valentina Brini - Aquella que hace un mes era una exhortación ahora se convirtió en una certeza. Mark Rutte llama a los aliados a reunirse y, haciéndose eco de la presión de Donald Trump, los confronta con la realidad del futuro: el gasto militar de la OTAN será "mucho, mucho, mucho más" que el 2% del PIB.
Crecerá mucho más allá de ese umbral destinado a ser barrido por la nueva realidad geopolítica, en la creencia -que se convirtió en el mantra del Secretario General de la Alianza- de que "para prevenir la guerra" es necesario "prepararse para la guerra".
Los dirigentes tendrán que decidir hasta dónde llegar: la hipótesis más aceptada -que también se discutirá en las próximas horas en la cumbre informal de la UE dedicada enteramente a la defensa en Bruselas- prevé elevar el objetivo al 3 o incluso al 3,5%, aunque lejos de ese 5% exigido por el presidente estadounidense.
Tras abandonar su papel de primer ministro y de halcón en materia de finanzas públicas holandesas (célebres sus batallas contra Italia sobre la deuda común), en su nuevo papel al frente de la OTAN, Rutte abandonó el rigor. Y su profecía sobre el auge del gasto militar occidental fue confiada al Bild am Sonntag por una razón: el primero del que la Alianza espera más es de la virtuosa Alemania, con un 2,12% del PIB, pero no lo suficiente.
Berlín, en palabras del Secretario General, hizo mucho por Kiev desde el inicio de la guerra rusa en Ucrania, pero está llamado a un mayor compromiso también a nivel industrial, aumentando la producción de armas y municiones.
La advertencia a los aliados continentales, sin embargo, choca con las divisiones entre los 27 sobre los métodos de financiación.
A partir del muro nórdico -erigido en primer lugar por la Holanda de Rutte- contra las propuestas del frente sur, liderado por Italia, que presiona por una nueva deuda común y la separación de los gastos militares del Pacto de Estabilidad recientemente reformado.
La reapertura no es un tabú para Polonia, país que preside de turno la UE, pero se están considerando todas las soluciones.
La Haya pretende utilizar los fondos de cohesión -inspirándose en Grecia, que los utilizó para financiar el muro anti-inmigrantes con Turquía-, pero el frente sur liderado por Italia se opone y está decidido a hacer valer sus reivindicaciones. Aun teniendo en cuenta que la mayor presión recae precisamente sobre los países del Sur que -con excepción de Grecia ya con el 3,08%- no consiguen alcanzar el 2%.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), por su parte, está conteniendo posibles cambios en su política de préstamos, temiendo que una ampliación con fines militares ponga en riesgo su preciada calificación triple AAA.
La cuestión de los recursos también involucra al Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) y su plazo de 2026, además del nuevo presupuesto común que se negociará post 2027.
En el retiro en el Palacio de Egmont -donde se abordará el dossier de las contribuciones a la OTAN durante el almuerzo de trabajo con Rutte- los dirigentes intentarán destacar que "la defensa está en el centro de la agenda de la UE", centrándose en primer lugar sobre la elección de armamentos que deben reforzarse. Pero sobre la cuestión de los recursos, habrá que llegar a un veredicto unánime en La Haya en junio, en la primera cumbre de la OTAN desde el cambio de guardia en la Casa Blanca.
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