Por Alberto Zanconato - Ignorando los ataques de la oposición y las sanciones de la UE, Alexander Lukashenko se hace coronar presidente de Bielorrusia para un séptimo mandato, para permanecer en el poder hasta 2030 y garantizar la alianza de hierro con su par ruso, Vladimir Putin, que hasta ese mismo año debería permanecer en el Kremlin.
Los resultados de una encuesta de boca de urna, difundidos inmediatamente después del cierre de las mesas, dan al jefe de Estado saliente ganador en las presidenciales con el 87,6% de los votos y una participación superior al 80%.
En Bielorrusia existe una "democracia brutal", había afirmado Lukashenko esta mañana hablando a los periodistas inmediatamente después de haber depositado el voto en la urna.
Un modelo de "democracia" que le ha permitido estar en el poder desde 1994 y que le ha permitido reforzar su control sobre el país tras la amplia represión de las protestas que siguieron a las anteriores elecciones parlamentarias, en 2020, que encarceló a activistas de la oposición, periodistas, miembros de organizaciones no gubernamentales y manifestantes.
Según la ONU, más de 300.000 personas tomaron el camino del exilio, sobre una población de 9 millones. Mientras que según las organizaciones de defensa de los derechos humanos, actualmente hay más de 1.200 presos políticos. Entre ellos el Premio Nobel de la Paz Ales Bialiatski y Serghei Tikhanovsky, marido de la líder de la oposición, Svetlana Tikhanovskaya, que se encuentra en el extranjero.
En una manifestación celebrada hoy en Varsovia, Tikhanovskaya llamó a Lukashenko "un criminal que tomó el poder" y denunció como "una farsa" las elecciones, en las cuales fueron admitidos junto con él cuatro candidatos semisconocidos.
La líder de la oposición se espera mañana en el Consejo de Asuntos Exteriores en Bruselas, donde el expediente de Bielorrusia estará sobre la mesa de los 27.
Después de afirmar que Lukashenko "no tiene legitimidad", la responsable de política exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, anunció que la Unión "seguirá imponiendo medidas restrictivas y selectivas contra el régimen".
"La democracia exige elecciones libres, justas y transparentes, y no es el caso de Bielorrusia", insistió Kallas.
Pero Lukashenko respondió que no tiene intención de entablar un diálogo con Tikhanovskaya, que en las elecciones de 2020 se presentó como candidata contra él. Los que se fueron al exilio ya hicieron su elección, aclaró el hombre fuerte de Bielorrusia: "No hemos empujado a nadie a dejar el país", añadió. A los comentarios de Bruselas, entonces, la respuesta fue despectiva.
"Créanme, para mí no importa si reconocen las elecciones o no", dijo. " Estamos dispuestos - añadió el presidente - a dialogar con la Unión Europea, incluso con aquellos que han perseguido una política agresiva contra nosotros. Siempre hemos estado preparados. Pero ustedes no lo quieren. ¿Y entonces, debemos inclinarnos o arrastrarnos sobre nuestras rodillas?".
Lukashenko confirmó la alianza con Putin, que se fue fortaleciendo tras la represión de 2020 y con el inicio de la operación militar rusa en Ucrania en febrero de 2022, cuando una parte de las tropas invasoras de Moscú cruzaron la frontera desde el territorio bielorruso.
En respuesta a una pregunta de la prensa internacional, el presidente dijo que no se arrepintió de esa decisión.
El año pasado, Moscú también declaró que había desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia, y Lukashenko hizo saber ahora que "dentro de unos días" debería estar instalado en su país un sistema de lanzamiento del nuevo misil supersónico ruso Oreshnik, con un alcance de miles de kilómetros.
La alianza de Minsk con Moscú parece cada vez más sólida, al igual que el control del poder por parte de Lukashenko en este país situado entre la Unión Europea, Rusia y Ucrania. Pero el que los medios occidentales han definido como "el último dictador de Europa" rechaza las sospechas de quien piensa que, a los 70 años, está preparando la transferencia del poder a uno de sus tres hijos.
El más joven, Nikolai, "ni siquiera lo contempla en su peor pesadilla", y de todos modos "ninguno de mis hijos" lo querría, aseguró.
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