Austria, en efecto, había anunciado que, tras meses de estancamiento, retiraría su veto a los dos países, que ya eran miembros de la Unión Europea y de la OTAN.
El acuerdo sobre la entrada de Rumanía y Bulgaria en Schengen a partir del 1 de enero de este año fue acogido con gran satisfacción por la Comisión de la UE.
"Hoy Rumanía y Bulgaria entrarán en el espacio Schengen, es un momento histórico, porque es una de las mejores cosas que ha hecho la Unión Europea, junto con el euro y el mercado único", dijo el comisario de Asuntos Interiores, Magnus Brunner.
"Es un día histórico para Europa", gritó el líder del Partido Popular, Manfred Weber, y un aplauso convencido llegó también de los Socialistas.
Bucarest y Sofía se unieron parcialmente a la zona de libre circulación en marzo, y los ministros del Interior de Hungría, Austria, Bulgaria y Rumania acordaron en noviembre "tomar las medidas necesarias" para fijar una fecha para la abolición de los controles en las fronteras terrestres con Rumania y Bulgaria, a condición de que continúen los esfuerzos conjuntos para frenar la inmigración ilegal.
Fue precisamente el punto de las llegadas de los migrantes de la ruta balcánica, en efecto, lo que llevó a Austria a mantener en stand-by la entrada en Schengen de Rumanía y Bulgaria, decisión para la cual se requiere unanimidad.
"Sin este veto, esta reducción masiva de los cruces ilegales de fronteras no habría tenido lugar", dijo el ministro del Interior austriaco, Gerhard Karner.
De Rumania y Bulgaria, al final, llegaron los seguros necesarios.
El espacio Schengen, una vez que la luz verde de la UE entre en vigor, podrá incluir a todos los países de la Unión, más Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein. En todos estos Estados, los ciudadanos de los países del espacio Schengen podrán viajar sin pasaporte. Ciertamente, la ampliación de Schengen llega en un momento en que el Tratado -que vio la luz en 1985 con un número mucho más reducido de países- no goza de buena salud.
La emergencia migratoria, alimentada por las amenazas híbridas de Rusia, llevó a un número creciente de capitales a la suspensión temporal del acuerdo: Holanda, Noruega, Alemania, por poner algunos ejemplos, mientras que en Italia la suspensión de la libre circulación fue invocada por Matteo Salvini para hacer frente a una posible llegada de sirios.
Llegada que hasta ahora no hubo. De hecho, los flujos de refugiados sirios van en la dirección opuesta, hacia Damasco. Y la Comisión de la UE, explicó Brunner, está claramente a favor de los retornos voluntarios de los sirios, mientras que los retornos forzados de los refugiados, solicitados por las derechas europeas, no son posibles, ya que Siria no es considerada un país seguro.
Pero la ampliación de Schengen no cambia la dirección que quiere tomar la UE sobre los flujos: detener de la manera más absoluta los ilegales, buscando las "soluciones innovadoras" que podrían estar también en los centros de terceros países.
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