Personaje incómodo y perpetuamente alternativo durante décadas en un país dominado por la alternancia entre derecha e izquierda, Bayrou se convirtió en protagonista con la llegada de Emmanuel Macron, que ocupó el centro del tablero político.
Comprendió el fenómeno emergente, lo inspiró y lo condujo, aunque también durante los años en el Elíseo, criticó a Macron.
Hoy es el favorito para la posición más incómoda y la tarea más difícil: liderar un gobierno sin una mayoría estable.
Bayrou, de 73 años como su predecesor Barnier, ve que los planetas se alinean a favor de su nombramiento: "Ahora o nunca", es la frase que repiten sus fieles mientras el jefe del MoDem pasa de una consulta a otra.
El experimentado político está dispuesto a asumir las responsabilidades necesarias, y se siente capaz de realizar la hazaña de no dejarse amedrentar por Marine Le Pen ni por el Nuevo Frente Popular.
A la líder de la Rassemblement National li une una relación de corrección y, personalmente, algo más: estuvo entre los pocos que la defendieron cuando, ante el tribunal, la fiscalía, en el proceso de los asistentes parlamentarios del Frente Nacional en Estrasburgo, pidió que ella sea inelegible por 5 años.
La líder ultraderechista conocerá la sentencia en la próxima primavera boreal, pero uno de los primeros en reaccionar fue Bayrou, que había vivido personalmente una historia similar (empleados del MoDem pagados con sueldos del Parlamento Europeo), de la que luego fue exonerado.
Bayrou se solidarizó con Le Pen, afirmando que su inelegibilidad para las elecciones presidenciales de 2027 "distorsionaría la vida democrática".
"No me gustan las injusticias, incluso cuando se cometen en detrimento de mis opositores", afirmó.
Una postura que Le Pen apreció mucho.
Sin mencionar que los dos tienen en común la batalla por introducir la representación proporcional en el sistema mayoritario francés de doble vuelta.
Para Bayrou ésa es "la única manera de formar las amplias coaliciones que el país necesita".
Su fe católica se concilia perfectamente con su respeto por el laicismo: "Cuando asisto a misa como personalidad oficial, no comulgo y no me arrodillo", subraya.
En la izquierda, en tanto, se lo estima como una personalidad de diálogo, de gran experiencia y confiabilidad.
Si hoy aparece como favorito, Bayrou no es el único en la carrera por Matignon.
Muchos apuestan por Sébastien Lecornu, ministro de Defensa y fiel a Macron, quien también acompañó al presidente durante la visita de Estado a Riad que finalizó ayer.
Es el único que estuvo siempre presente en los gobiernos, desde 2017, cuando Macron llegó al Elíseo.
Y, a los ojos del presidente, tiene la ventaja de mantener un diálogo abierto con el partido de Le Pen, así como con los republicanos de derecha, su partido.
Hoy declaró que "no es candidato a nada", pero son matices.
En la lista también estaría Bernard Cazeneuve, ex socialista y ex primer ministro, respetado tanto en la derecha como en la izquierda y con fama de hombre capaz de afrontar las situaciones más delicadas.
Permitió, como primer ministro, al muy cuestionado François Hollande completar su mandato en 2017.
Tendría la ventaja de animar a los socialistas a votar por él rompiendo con La Francia Insumisa, que lo excluye.
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