De hecho, Le Pen, en sus primeras declaraciones, aunque consideró que Macron "debe dimitir", anticipó que dejará que el nuevo primer ministro trabaje en una iniciativa financiera.
Por su parte, Mathilde Panot, líder del grupo de diputados de La Francia Insumisa, se mostró decidida: "Macron se va, estamos dispuestos a llegar al poder con un programa de ruptura con el pasado".
El jefe del Eliseo, quien ayer acusó a Le Pen de un "cinismo insoportable" por la alianza con la izquierda para destruir el gobierno, aterrizó en París mientras Barnier se emocionaba al final de su último discurso ante los diputados.
A los partidos que querían derribarlo, el premier les envió un mensaje contundente: "La gravedad de la situación económica y la verdad se impondrán a cualquier nuevo gobierno".
Se trata de la segunda vez, en la Quinta República, que un Ejecutivo recibe una moción de censura por una alianza de las oposiciones, tan compacta como para no perder un solo voto en el camino (331 estaban a favor de la moción de izquierda de censura, 289 fueron suficientes).
El precedente ocurrió en 1962, cuando Georges Pompidou, futuro presidente de la República, se vio obligado a dimitir.
Se abre así un escenario de mayor incertidumbre en Francia, ya sin mayoría absoluta desde que Emmanuel Macron disolvió el Parlamento el pasado 9 de junio, tras la derrota en las elecciones europeas.
Una incertidumbre política y económica que se extiende también a Europa, que ya se enfrenta a una Alemania debilitada.
Lo que precipitó la situación en los últimos días fueron los bloques de izquierda y extrema derecha: el Nuevo Frente Popular, que obtuvo la mayoría relativa en las elecciones legislativas anticipadas de julio, y Rassemblement National, derrotada y llegando al tercer lugar pero en busca de visibilidad y revancha.
Le Pen, quien podría ver el fin de sus ambiciones políticas en unos meses si es condenada por los tribunales por las falsos empleos de su partido en el Parlamento Europeo, adquirió por ahora un papel crucial, determinando el fin del gobierno e influyendo en cualquier decisión futura.
Y del brazo de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon, la líder de ultraderecha apunta más alto: la dimisión de Macron, cuyo mandato expira en 2027.
Le Pen calificó de "efímero" el gobierno de Barnier, de 73 años, acusándolo de haber concedido sólo "migajas" y de perpetuar las "decisiones tecnocráticas" de Macron.
En realidad, fueron varias las decisiones con las cuales, en las últimas horas, el premier había intentado contentar a la extrema derecha para aprobar el presupuesto.
La última, la indexación de las pensiones de todos los franceses al nivel de la inflación, se consideró irreconciliable con el gravísimo déficit público.
Mélenchon se hizo eco de ella: "La desconfianza era inevitable. Incluso con un Barnier cada tres meses, Macron no durará tres años".
El presidente, que siguió las dramáticas horas de la crisis desde Arabia Saudita, donde se encontraba de visita durante tres días, no regresó hasta la tarde (hora local) y recibirá ahora la dimisión de manos de Barnier.
Macron quiere nombrar un nuevo primer ministro en 24 horas para no presentarse ante Donald Trump y jefes de Estado de todo el mundo, en el fin de semana dedicado a la reapertura de Notre Dame tras el incendio de 2019, al frente de una Francia sin gobierno.
Mañana por la tarde se dirigirá a los franceses a las 20 horas, en directo por televisión.
Entre los nombres que circularon en las últimas horas sobre el próximo primer ministro están el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, que parece mantener un diálogo abierto con Le Pen, el centrista François Bayrou, que además de su estrecha relación con Macron cuenta con apoyo entre los moderados de izquierda y de derecha, y Bernard Cazeneuve, ex ministro que abandonó el Partido Socialista.
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