La misión a Kiev fue uno de los pocos periodos en los que Ursula von der Leyen se permitió alejarse de Bruselas y de las tortuosas negociaciones que comenzaron con los grupos de la Cámara Europea sobre la nueva Comisión a finales del verano boreal. A partir de la próxima semana esos trabajos se reiniciarán y entrarán en la que quizás sea su fase más intensa, la de las audiencias de los comisionados designados.
La presidenta del ejecutivo de la Unión Europea, respetando las prerrogativas del Parlamento Europeo, pretende no perder el tiempo. La luz verde que recibió el jueves por la noche de los países miembros para el equipo que ella propuso fue su apoyo. Así, tener una Comisión plenamente operativa a partir del 1 de noviembre en el Palacio Berlaymont no se considera un objetivo imposible.
Queda poco más de un mes para que se cumpla el plazo ideal que se ha fijado la exministra alemana. Pero, para Von der Leyen, no será fácil lograr el objetivo. Cualquier problema en el proceso parlamentario pone en riesgo el calendario que llevaría a las audiencias a mediados de octubre y a la votación plenaria de la Comisión en su conjunto inmediatamente después.
Un posible rechazo en las comisiones de la Cámara Europea pospondría sin duda la finalización del proceso hasta el 1 de diciembre.
Y para Von der Leyen sería un problema, dado que el mandato de la actual Comisión expira el 31 de octubre. Así, sería un mes de vacío gubernamental, justo cuando en Estados Unidos se celebran unas elecciones que Bruselas considera cruciales para las relaciones entre ambos lados del Atlántico. El camino no es fácil, según ha trascendido.
Hay, en primer lugar, un punto político en el que la estrategia de Von der Leyen choca con la de todos los partidos mayoritarios que la votaron, a excepción del PPE: el papel de Raffaele Fitto y, por tanto, de Italia. La presidenta de la Comisión no tiene intención de aislar al Gobierno de Giorgia Meloni, pues excelentes relaciones con la premier italiana y la asignación de la vicepresidencia ejecutiva a Fitto refleja el deseo de mantener a Italia a bordo.
Además, la posición del PPE coincide perfectamente con la de Von der Leyen. Dentro de los conservadores, las delegaciones italiana, checa y belga se consideran aquellas con las que es viable un diálogo.
Y la composición de la Cámara Europea permite mayorías variables. Un ejemplo que no pasó nada desapercibido en estas horas fue la votación de la Cámara Europea sobre Venezuela en Estrasburgo: la resolución que reconoce a González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela fue aprobada gracias al voto del PPE, ECR y Patriotas.
Nada excluye, en el examen de los comisarios designados, que el eje pueda recomponerse frente a la trinchera de socialistas, liberales y verdes. No es casualidad que el nerviosismo sea evidente en la centroizquierda europea. "La Comisión que propuso Von der Leyen es significativamente diferente del programa que presentó: mi opinión es que, si este sigue siendo el equipo, los socialistas no pueden votar por ella", advirtió el eurodiputado del PD Brando Benifei en las páginas de Il Manifesto.
En una entrevista concedida a La Stampa, la presidenta del grupo S&D, Iratxe García Pérez, consideró "no positiva" la elección de dar a Fitto la vicepresidencia ejecutiva. "Tendrá que decir si comparte las orientaciones negociadas por las fuerzas pro-UE o si, por el contrario, apoya la línea ECR. Tendrá que aclarar su posición y sus compromisos", subrayó la española. Sin embargo, más allá de las palabras hay una negociación silenciosa que continuará en los próximos días Los socialistas podrían obtener la inclusión nominal del expediente "Laborista" entre las delegaciones asignadas a la vicepresidencia Roxana Minzatu.
Pero dentro de su familia las sensibilidades son diferentes: los franceses y los alemanes se encuentran entre los más insatisfechos y el Partido Democrático se encuentra entre la defensa de un comisario italiano y la irritación por la expansión de la Comisión hacia la derecha.
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