De acuerdo con el New York Times (NYT) la luz verde abarcaría, ahora mismo, armas no estadounidenses, por consiguiente no los misiles Atacms -o al menos no enseguida, considera Politico-, pero únicamente los británicos Storme Shadow, para los cuales el premier laborista buscó la aprobación de Washington. Londre los piensa "cruciales" para frenar la invasión de Vladimir Putin.
Para Estados Unidos, en cambio, "no existe ningún cambio en la política" sobre el uso de las armas de largo alcance por parte de Ucrania, explicó el vocero del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, John Kirby, que no ahorró una estocada al presidente ruso.
Putin estima que dar el visto bueno haría a la OTAN formar parte en el conflicto bélico y amenazó con medidas "apropiadas".
"Si está tan preocupado por la seguridad de las ciudades y de los ciudadanos rusos, el camino más fácil para él sería abandonar Ucrania", especificó Kirby.
Basta observar "simplemente en un mapa desde dónde Rusia embiste, dónde prepara las fuerzas y mantiene las reservas, dónde coloca las estructuras militares" para "comprender para qué cosa sirven las armas de largo alcance", insistió, por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky que, en tanto, prepara su "plan de victori" a ilustrar a Biden en las próximas semanas, y una nueva cumbre global de paz para noviembre a la que, esta vez, estará invitada también Moscú.
La hipótesis de atacar territorio ruso continúa agitando a la Unión Europea que "no tiene una posición común" acerca de revocar las restricciones al uso de armas provistas a Kiev.
Italia, por ejemplo, -confirmó el canciller Antonio Tajani- es contraria a extender el radio de acción: las armas italianas seriven para defender a la población civil ucraniana en el interior de su territorio porque no estamos en guerra con Rusia, es la posición de Roma.
Alemania, en cambio, borró el problema desde cero al rechazar enseguida envair a Kiev sus propios misiles de largo alcance, los Taurus, en el temor de una escalada del conflicto.
"Las armas de las que discuten Estados Unidos y Gran Bretaña son armas que no hemos suministrado y, en esto, no existe ningún cambio", aseguró Berlín.
Desde Moscú una primera reacción al paso adelante británico ya se concretizó con el retiro de la acreditación de seis diplomáticos del Reino Unido acusado de "espionaje" por una investigación del FSB que los cree "una amenaza a la seguridad nacional de Rusia".
Acusaciones que Londres refutó como "del todo infundadas": oficialmente "las autoridades rusas actuaron posteriormente a las medidas adoptadas por gobierno británico en respuesta a las actividades directas del Estado ruso en Europa y en el Reino Unido.No nos excusamos por la preservación de nuestros intereses nacionales", reivindicó el Foreign Office.
No se trata de interrumpir las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, respondió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, pero está claro que la medida de Keir Starmer exacerbó las tensiones ya crecientes con uno de los países más activos en la defensa de Kiev. La declaración de Putin sobre los misiles de largo alcance fue "clara, inequívoca y no admite dobles lecturas", advirtió Peskov, y afirmó estar seguro de que las palabras del zar, y sus amenazas no tan veladas, habían "llegado a los destinatarios previstos".
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