La inyección de confianza vale entre 750 y 800 mil millones de euros al año. Como un doble plan Marshall, según las cifras detalladas por el ex primer ministro italiano, por valor del 4,7% del PIB continental.
"Sin estas inversiones, nuestro bienestar, nuestra sociedad e incluso nuestra libertad estarán en riesgo", advirtió "Super Mario" que, sin rodeos, allana el camino para la emisión de nueva deuda común siguiendo el modelo del Fondo de Recuperación.
Una nueva bazuca -algunos se apresuran a definirla- que, sin embargo, encuentra la frialdad de Ursula von der Leyen y de Berlín, que por boca del ministro de Finanzas, Christian Lindner, rechaza la hipótesis de que ese sea el camino a seguir.
En el gran día de la presentación de su gran informe sobre competitividad, Draghi vuelve a azotar a todos. Ya lo había hecho en febrero, cuando pidió a los presidentes de las comisiones del Parlamento Europeo que "hicieran algo" y "no dijeran siempre que no".
Y luego, en abril, desde el podio de la cumbre de la Europa social en La Hulpe, pidió un "cambio radical". Esta vez, junto a Ursula von der Leyen, habla primero de la importancia del viaje emprendido hace exactamente un año -a petición de la alemana- que, con la contribución del equipo de la Comisión Europea, expertos, políticos e interlocutores sociales, le llevó a redactar un borrador el documento de 400 páginas.
Luego entra en los detalles de su "cueste lo que cueste" para reactivar la cansada economía continental, que hace tiempo que no crece y sigue perdiendo terreno en la carrera de las grandes potencias mundiales dominadas por Estados Unidos y China.
Según Mario Draghi, Europa tiene las características de una Unión más unida y con capacidad de decisión más rápida. Se deberá avalar nuevos instrumentos de deuda común "para determinados proyectos" -con la contragarantía de los países para mantener la deuda pública en niveles más sostenibles- y de una mayor flexibilidad en materia de ayudas estatales.
Tendrá que aspirar a mayores inversiones en defensa, innovación y energía, así como en directivas climáticas en armonía con aquellas industriales. Luego tendrá que superar esa unanimidad que le convierte en prisionero de sí mismo, virando hacia la mayoría cualificada y, cuando sea necesario, hacia una cooperación reforzada entre gobiernos dispuestos.
"Nunca antes los países europeos habían parecido tan pequeños en comparación con la magnitud de los desafíos a los que nos enfrentamos", es una de las observaciones presentes entre las 170 propuestas del antiguo número uno de la Eurotorre, que van desde la gobernanza hasta las materias primas, pasando por la productividad a las nuevas tecnologías.
Un sentimiento de urgencia y concreción -"por primera vez desde la Guerra Fría, la UE debe realmente temer por su supervivencia y la necesidad de una respuesta unificada nunca ha sido tan apremiante"- compartido de modo transversal en Italia.
Desde el Comisario de Economía de la UE, Paolo Gentiloni, que insta a los protagonistas del nuevo ciclo a "escuchar" la llamada, a Hermanos de Italia, que destaca el "mérito innegable" de Draghi de convocar "a los grandes desafíos y escribir finalmente la palabra 'fin' a una temporada dominada durante demasiado tiempo por una dañina ideología ultraambientalista y antiindustrial".
La ambición del ex primer ministro resuena también en el extranjero, donde incluso Elon Musk habla de una "crítica certera" a una Europa que debe "revisar las reglas".
El punto delicado, sin embargo, sigue siendo la financiación común, una línea roja para Berlín y para los halcones del Norte.
Y, aunque el propio expresidente del BCE asegura que la deuda común "es una herramienta entre otras, no un objetivo en sí misma", la resistencia es fuerte.
Nuevas herramientas como Recovery "no solucionarán ningún problema estructural", es el ataque frontal de Lindner.
La precaución también es imprescindible para Von der Leyen, que para su segundo mandato no está dispuesta a pisar el acelerador sobre modelos que recuerdan el Recovery.
"En primer lugar - sostuvo la alemana- está la definición de prioridades y proyectos frecuentes, luego hay dos caminos posibles: financiación nacional o nuevos recursos propios".
Al final, el llamamiento de "Super Mario" se convierte en un estímulo: "En nuestra unidad encontraremos la fuerza para reformar".
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