Un joven de 18 años, con un arma larga casi digna de un museo pero que funcionaba bien en sus mano, tuvo como objetivo el consulado general de Israel en Munich: así, apenas 15 días después de la masacre de Solingen cometida por un sirio, Alemania volvió a estar en alerta total por terrorismo.
Pero cualquiera que fuera su plan, el joven, un austriaco de origen bosnio, considerado un fundamentalista islámico, afortunadamente no pudo llevarlo a cabo.
En cambio, resultó herido de muerte en un intercambio de disparos con la policía, a pocos metros de la sede diplomática y del centro de documentación sobre el nacionalsocialismo.
No es un día cualquiera en la capital bávara. De hecho, cada año, el 5 de septiembre, se conmemora el ataque terrorista a los atletas israelíes que participaron en los Juegos Olímpicos de 1972 en esta misma ciudad: una masacre que provocó la muerte de 17 personas, entre ellas 11 atletas, un policía y 5 atacantes palestinos.
La celebración que debía conmemorar esta herida histórica de la República Federal fue cancelada hoy por razones de seguridad, mientras la ciudad estaba bajo estricto control por al menos 500 policías que inspeccionaban calles, patios y edificios, antes de decretar el fin del peligro.
"El antisemitismo y el islamismo no tienen cabida aquí", tuiteó por la noche el canciller Olaf Scholz.
Mientras que el presidente israelí, Isaac Herzog, hablaba con Frank-Walter Steinmeier y agradecía a las fuerzas de seguridad alemanas su rápida reacción: "Juntos estamos unidos contra el terrorismo. Juntos lo derrotaremos".
Además, fue la entonces ministra del Interior, Nancy Faeser, quien recordó que "la seguridad de las instituciones judías tiene la máxima prioridad" en Alemania.
Alrededor de las 9 de la mañana el joven fue descubierto por una persona, lo cual llamó la atención de los policías que custodiaban el consulado: un edificio vacío debido al aniversario.
El joven de dieciocho años, armado con un rifle de bayoneta de la época de la Guerra Mundial, apuntó y disparó a los oficiales que, respondiendo a los disparos, lo neutralizaron.
El tirador murió en el lugar a causa de heridas graves.
La fiscalía abrió una investigación sobre un intento de atentado terrorista, mientras los medios de comunicación austriacos filtraban que Emra I, que llegó a Múnich en un coche con matrícula de Salzburgo, era considerado por la organización antiterrorista austriaca un fundamentalista islámico.
La progresiva radicalización se había producido durante la adolescencia cuando, abrazando su fe, en la escuela discutía con sus compañeros y fantaseaba con actos de violencia y masacres en serie, según informó el Sueddeutsche Zeitung.
Con el tiempo también se habría vinculado con la asociación terrorista siria Jabat al Nusra.
Ahora las investigaciones también tendrán que determinar de dónde sacó esa vieja arma para la que parecía tener poco entrenamiento.
"Aún es necesario aclarar el origen del ataque, pero si alguien estaciona en las inmediaciones del consulado general de Israel, circula alrededor de la sede diplomática y comienza a disparar, es casi seguro que no será una coincidencia", comentó el consejero regional Joachim a la prensa.
Mientras que el presidente del estado federado, Markus Soeder, conforme con la excelente actuación de la policía y la colaboración con los ciudadanos, expresó la "duda desagradable" de que pudiera haber alguna relación con la conmemoración del acto terrorista de hace 52 años.
"¿Cómo me siento? Sorprendido podría ser una palabra demasiado fuerte. Pero siento esta inseguridad: ¿cuál era el objetivo? ¿El consulado general? ¿El centro de documentación del nacionalsocialismo?", respondió la cónsul Talya Lador-Frescher al Sz.
"Hay mucho antisemitismo en la población. Ya no se puede descartar nada. Al principio están las palabras, luego los hechos. Este acontecimiento demuestra - tuiteó más tarde- lo peligroso que es el nuevo aumento del antisemitismo".
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