Para él, neogaullista, conservador y proeuropeo, se trata de un verdadero desafío que debe jugarse sobre el hilo de la confianza, la diplomacia y la fiabilidad.
Todas esas cualidades todas ellas que ha perfeccionado a lo largo de su extensa carrera -es el primer ministro de mayor edad de la Quinta República y que llega al Palacio Matignon después del más joven, Gabriel Attal- y que ahora tendrá la oportunidad de poner a prueba.
Nacido en La Tronche, en los Alpes franceses, cerca de Grenoble, a un paso de la frontera con Italia, Barnier se define como un "patriota y europeo".
A nivel nacional, fue ministro por primera vez en 1993 y luego tres veces durante las presidencias de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, dos jefes de Estado neogaullistas como él.
Fuera de las fronteras francesas, fue dos veces comisario europeo en Bruselas y, entre 2016 y 2021, lideró las negociaciones para el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, una tarea muy delicada, en la que demostró sus dotes de negociador a escala continental, ganándose la confianza. y reconocimiento entre muchos estados miembros.
Apasionado de las negociaciones y del compromiso, en Bruselas fue nombrado por primera vez Comisario de Política Regional.
Luego regresó a Francia para desempeñarse como Ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Jean-Pierre Raffarin y luego como Ministro de Agricultura con Sarkozy.
Elegido diputado europeo, volvió a ser comisario de 2010 a 2014, esa vez para el mercado interno.
Después, intentó regresar a Francia por la puerta grande, la que lo habría llevado al Elíseo, pero su sueño se hizo añicos en diciembre de 2021, cuando no logró clasificarse para la segunda vuelta en el Congreso de los Republicanos y, por lo tanto, fue incapaz de representar a la derecha en las elecciones presidenciales.
Ese año, justamente, los neogaullistas corrieron el riesgo de desaparecer de escena, con la sensacional debacle de Valérie Pécresse.
Sin embargo, mantener juntos al "patriota" y al "europeo" no siempre ha sido fácil.
En 2017, intentando relanzar el Partido Republicano, lanzó su campaña afirmando la necesidad de "redescubrir nuestra soberanía jurídica", e incluso propuso un referéndum sobre una moratoria de la inmigración para "no estar más sujetos a las sentencias del Tribunal" de Justicia de la UE.
Una propuesta que pertenecía más a la extrema derecha que al partido neogaullista y que provocó mucha discusión.
Por otra parte, hoy, en su primera diatribacontra el nombramiento de Barnier, el "tribuno" de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, recordó el voto de Barnier contra "la despenalización de la homosexualidad" en 1981, cuando el actual Primer Ministro se encontró votando no a la abolición de las normas que consideraban la homosexualidad un delito y que estaban vigentes en el régimen colaboracionista de Vichy.
Con él, Jacques Chirac, François Fillon y muchos otros gaullistas de aquellos años.
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