La ultraderecha alemana conquista por primera vez el primer puesto en un Estado (Land), en Turingia. Y logra este resultado histórico el político más radical de Alternative fuer Deutschland (AfD), el extremista Bjoern Hoecke, el hombre al que los tribunales alemanes autorizaron a calificar de "fascista" y al que los servicios internos mantienen bajo vigilancia.
Las elecciones administrativas en el este del país, en Turingia y Sajonia, provocaron el terremoto esperado: el triunfo de los nacionalistas, el hundimiento de los partidos gubernamentales de Olaf Scholz, la deriva de la Linke y el ascenso de Sahra Wagenknecht, con su controvertido sujeto político sospechoso de "rojbrunismo".
El único retén contra la deriva populista, en las regiones de la ex República Democrática Alemana (RDA), son los democristianos de la Cdu, que ahora se sienten investidos de la responsabilidad de gobernar.
En Turingia, según las proyecciones de la televisión Zdf, AfD irrumpió con un 33,2% (+9,8 respecto a las anteriores elecciones), el CDU quedó segundo con un 23,9% (+2,2), el recién nacido Bsw de Wagenknecht debutó con un 15,6%, mientras que el Linke del presidente saliente Bodo Ramelow se desplomó hasta el 11,4%, perdiendo casi 20 puntos.
Los socialdemócratas se salvaron, pero fueron insignificantes con un 6,1% (-2,1), los Verdes salieron volando del Parlamento con un 3,9% (-1,3), por debajo del umbral de los cinco puntos.
En este contexto, aunque la CDU se siente preparada para tomar las riendas en sus propias manos, Hoecke dio un paso al frente invitando a los partidos a consultas para formar una coalición.
"Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad del Gobierno", afirmó. "Sin nosotros no puede haber estabilidad en Turingia. Ahora somos el partido del pueblo", añadió.
Técnicamente, no se equivoca, porque el partido más fuerte suele llevar la iniciativa. Sin embargo, Alternativa fuer Deutschland sigue aislada, e incluso en la noche de su "sensacional e histórica victoria", como la calificó el líder nacional Tino Chrupalla, el cordón sanitario erigido por los demás parece mantenerse. Nada de colaboración con la ultraderecha, han reiterado los democristianos y la propia Sahra Wagenknchet, pero también anunció que "establecer que todo lo que dice el Afd es erróneo por principio, incluso cuando dice algo correcto, no hace sino reforzarlo".
Se acabaron los tabúes, es la línea de la mujer que destruyó la izquierda en el Este, desde el punto de vista de los ex camaradas de Linke.
Las coaliciones posibles no son muchas: si se excluye a la extrema derecha, la Cdu aún tendrá que gobernar con BSW y elegir entre Linke y los socialdemócratas.
No mucho más fácil es la situación en Sajonia, donde la CDU, con el 31,7% (-0,4) de los votos, tiene una ligera ventaja sobre la AfD, que obtiene el 31,4% (+3,9).
También aquí el BSW se impone con un 11,5%, los socialdemócratas recogen un exiguo 7,5% y los Verdes un 5,2.
El Linke quedó fuera del Parlamento con un 4,6% (-5,8).
Con las cifras que arrojan los sondeos, el juego político en el Este no terminó en absoluto y el clima de incertidumbre se dejará sentir también en Berlín, desestabilizando un Gobierno, el semáforo del canciller Olaf Scholz, que muchos consideran desde hace tiempo demasiado precario.
"No hemos obtenido buenos resultados y no estamos contentos en la Willy Brandt Haus", admitió el Secretario General del SPD, Kevin Kuehnert, "pero hemos conseguido evitar lo que temíamos y algunos esperaban: que saliéramos por primera vez del Laender".
Los socialdemócratas, anunció Kuehnert, reaccionarán haciendo más visible el perfil del partido en el Gobierno: "Ya no nos dejaremos provocar por otros que salieron ruidosamente de los parlamentos". La referencia es a los liberales, que ganaron un 1% en ambas regiones.
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