"Aunque Kursk parece mucho más vulnerable que Zaporiyia", explicó Tarantino, después de que la energía nuclear volviera al centro del conflicto entre Rusia y Ucrania tras la contraofensiva de las tropas de Kiev en Kursk.
La cuestión es la presencia de una central eléctrica en la ciudad de Kurchatov, a menos de 50 kilómetros de Kursk, lo que generó que se vuelva a hablar del riesgo de un "nuevo Chernóbil".
La planta, destacó Tarantino, tiene numerosas similitudes técnicas con la que estuvo en el centro del gravísimo accidente de 1986.
De hecho, se puede decir que el modelo es exactamente el mismo.
En primer lugar, por la ausencia de un sistema de contención, propio de toda central eléctrica moderna, que permita contener la liberación de radiaciones ionizantes al medio ambiente en caso de accidente.
Y además, subraya Tarantino, "la tecnología utilizada en la planta de Kursk, conocida como Rbmk, es ahora de una vieja generación. Se trata de cuatro reactores distribuidos en cuatro unidades, refrigerados por agua y moderados por grafito.
Un sistema obsoleto que hoy no "se construye más y se reemplaza por reactores de nueva generación".
No es casualidad que las centrales eléctricas de este modelo existan solo en los países de la antigua Unión Soviética.
Pero las posibilidades de que se repita el desastre de Chernóbil son muy remotas.
"No hubo ningún ataque externo allí, como podría haberlo en este caso en el caso de que un misil o cohete impactara la estructura - explica el experto de Enea-. Se produjeron errores en el interior de uno de los reactores que provocaron la explosión".
El impacto de un misil o de un avión tendría consecuencias que no deben subestimarse, pero "difícilmente provocará daños que conduzcan a una contaminación del medio ambiente exterior como en el caso de Chernóbil".
Tarantino explica, sin embargo, que la central de Kursk es "mucho más vulnerable que la de Zaporizhia, que tiene reactores del tipo Vver 1000 y, sobre todo, está equipada con un sistema de contención".
La situación, sin embargo, sigue siendo crítica, más aún después de que hoy el ejército ruso desactivara una ojiva ucraniana con municiones de racimo a cinco kilómetros de la central nuclear.
No se deben subestimar los daños en caso de ataque.
No es casualidad que ayer la planta de Kursk fuera visitada por el número uno de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU, el argentino Rafael Grossi, quien expresó su preocupación por la escalada y dijo haber visto "rastros de ataques con drones", aunque no nombrar a los responsables.
Tarantino explicó que la visita de Grossi sirvió no sólo para "poner en evidencia una situación delicada", sino también para "verificar posibles daños a las infraestructuras".
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