"Disfruten de este 'interludio encantado' de los Juegos Olímpicos", ése fue el consejo que, hoy, el diario Le Monde le dio a los franceses en su editorial.
De hecho, Francia acaparó en los últimos días la atención mundial por una ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos a una escala nunca antes vista, con actuaciones inolvidables como la de Céline Dion bajo la Torre Eiffel.
También Francia se destacó por el éxito de un público extraordinario con estadios, por sus lugares monumentales (como el Grand Palais), construcciones "efímeras" en lugares extraordinarios de París, siempre repletos de gente cada día más entusiasmada.
Otra cuestión que suma ha sido la lluvia de medallas para Francia, que persigue su récord olímpico de todos los tiempos.
Y Macron, en ese contexto, abrazó al héroe de la natación Léon Marchand, y ahora a la eterna leyenda del judo, Teddy Riner, ambos íconos del país.
Así, Macron, después de dos meses terribles en los que perdió las elecciones europeas, disolvió el Parlamento y posteriormente también perdió la mayoría en las elecciones legislativas anticipadas, volvió a sonreír.
Aprovechando la euforia olímpica, Macron incluso recuperó algo de popularidad, revirtiendo una tendencia que había durado meses.
En los pasillos de la política se desprende que el presidente continúa reflexionando y negociando para cumplir su promesa: nombrar al primer ministro inmediatamente después de los Juegos Olímpicos.
El último movimiento, antes de la tregua olímpica, lo dio la izquierda: el Frente Popular, sorprendentemente, había propuesto a una alta funcionaria desconocida para la mayoría, Lucie Castets, para el puesto de primera ministra.
Pero el presidente francés había rechazado la propuesta, sin siquiera tomarla en consideración: para él - afirmó - el problema no es "un nombre", sino reunir en la mesa a todas las fuerzas "republicanas" (excepto las extremistas), y llegar a un compromiso".
De esa posición, el jefe del Eliseo no quiere moverse, incluso aprovechando el clima general favorable: si los Juegos Olímpicos lo empujan hacia arriba, izquierda, mientras, según las encuestas, tienen una popularidad que está claramente decayendo.
Si, de hecho, Emmanuel Macron invierte la tendencia y sube 2 puntos, hasta el 27% del índice de aprobación de los franceses, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en primera fila por la seguridad de París 2024, sube 4 puntos (31%)., el Primer Ministro Gabriel Attal lo hace aún mejor y con un +4 alcanza el 33%.
En la izquierda, en tanto, la situación se invierte: desde el inicio de los Juegos Olímpicos, Raphaël Glucksmann (PS y Place Publique) cayó dos puntos, hasta el 30%, Fabien Roussel (Partido Comunista), -3, hasta el 26% y la ecologista Marine Tondelier, también menos 3, al 17%.
La popularidad de la extrema derecha siempre se orienta hacia la serenidad: Marine Le Pen 37% (+2), Jordan Bardella 39% (+1).
En esa coyuntura, según las previsiones de principios de agosto, Macron está pensando en actuar después de los Juegos Olímpicos, quizás después del 15 de agosto, nombrando a un Jefe de Gobierno que sea una persona con cierta experiencia, posiblemente no del campo macroniano, para no exponer a su lado a demasiadas críticas, pero elegido por derecha o por izquierda.
En el primer caso, su connotación política debería estar mitigada por una reconocida sensibilidad social; en el segundo debería tener un fuerte perfil institucional.
La esperanza de Macron, escribió Le Monde, es "que el espíritu de los Juegos se transmita a los escaños del Parlamento", un espíritu que vio a la alcaldesa Anne Hidalgo, socialista, al mandatario, y al presidente de la Regione Ile-de-France, Valérie Pécresse, de Républicains.
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