En tanto, la respuesta del Kremlin fue elevar, una vez más, la puntería de las armas nucleares, y advirtió a los aliados occidentales de Kiev que Moscú "seguirá desarrollando" su arsenal, aunque sólo sea con fines de "disuasión".
El último ataque en territorio ruso fue reivindicado por el ejército ucraniano: "Aéreos no tripulados atacaron las refinerías de petróleo de Afipsky, Ilsky, Krasnodar y Astrakhan".
También se habrían visto afectados los lugares de almacenamiento y preparación para el uso de drones, edificios de entrenamiento y puntos de control y comunicación para drones lanzados desde regiones fronterizas.
Una potencia de fuego notable, como lo confirmaron los propios rusos, al informar que habían derribado 70 drones sobre el Mar Negro y Crimea durante la noche.
Los daños a las refinerías, en particular, ayudan a los ucranianos a cortar la energía que los rusos necesitan para impulsar su ofensiva en el sureste. El epicentro de los enfrentamientos sigue siendo Khasiv Yar, una ciudad estratégica situada sobre una colina que abriría el camino a las últimas zonas en disputa de Donetsk, donde los invasores lanzan ataques frontales masivos, mientras las fuerzas de defensa admiten una situación "extremadamente difícil".
Para Kiev, en dificultades sobre el terreno, llegaron buenas noticias desde Bruselas, con la luz verde definitiva de los 27 países para iniciar las negociaciones de adhesión, a partir de la próxima semana (junto con Moldavia).
Al respecto, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, habló de un "paso histórico para millones de ucranianos que están realizando su sueño europeo".
En el frente opositor, los mensajes desde Moscú mostraron a un país que todavía se siente en una posición de fuerza en la dinámica del conflicto.
Y se produjo la habitual alternancia de propuestas y amenazas a la OTAN.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, comenzó diciendo que Putin está abierto a iniciar conversaciones estratégicas con Estados Unidos y los europeos "para abordar los "numerosos problemas" de "seguridad global" que están sobre la mesa.
Sin embargo, dichas conversaciones deben realizarse "en todos los ámbitos", incluida la situación en Ucrania y el papel de los estadounidenses en el conflicto, precisó.
En cambio, el líder del Kremlin utilizó un tono decididamente más asertivo.
Y después de haberse abierto a una revisión de la doctrina nuclear rusa, con una posible reducción del umbral para el uso de armas atómicas, anunció que Rusia "prevé un mayor desarrollo de su tríada nuclear (misiles lanzados por tierra, aire y mar) como garantía de disuasión estratégica y para preservar el equilibrio de poder en el mundo".
La renovada guerra fría entre Estados Unidos y Rusia incluye también la decisión de Washington de prohibir el uso del popular software antivirus ruso Kaspersky, acusando a la empresa de estar vinculada con las autoridades de Moscú.
A la prohibición en Estados Unidos le siguieron sanciones contra 12 directivos de la empresa, la cual, por su lado, respondió con una nota de protesta: se trata de una decisión "tomada sobre la base del clima geopolítico actual y de los temores teóricos" que "beneficia a la ciberdelincuencia".
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