Así lo reveló un alto funcionario de la Unión Europea (UE) al diario The Guardian, que subrayó cómo la UE está "infectada por el virus de la interferencia extranjera, que es un asesino silencioso", y entre los países objetivo está también Italia.
La campaña electoral italiana por lo tanto terminó, al igual que la de otros países, bajo la óptica de los expertos de la Cámara Europea, explicaron fuentes del Parlamento Europeo resaltando que en las redes sociales circula desde hace días una "campaña creada para impulsar la abstención y deslegitimar las elecciones".
Se trata de un vídeo de 2014 reeditado y relanzado por perfiles sociales italianos falsos con el hashtag #iononvoto.
La campaña, junto con otras similares en Alemania, Francia y Bulgaria, impulsa la abstención y pretende socavar la confianza de los electores en el impacto de su voto. Una acción, precisan fuentes del Parlamento de la UE, que también tiene como objetivo deslegitimar las instituciones europeas y aumentar la brecha entre ciudadanos e instituciones.
Una novedad respecto al pasado, en esta nueva ola de desinformación, es la atención específica a atacar a los líderes europeos más expuestos, explicaron los expertos de la UE, con campañas de odio, falsedades y ataques a su vida privada, siempre difundidos a través de perfiles controlados y medios falsos.
El objetivo, también en este caso, es minar la confianza de los ciudadanos en las instituciones, haciendo que la opinión pública sea más frágil y fragmentada.
Además, según los expertos, las próximas 72 horas serán cruciales para la lucha contra la desinformación: la máxima influencia sobre los votantes se ejerce en los tres días previos a la votación y es en este período de tiempo cuando las campañas de injerencia pueden lograr los mejores resultados.
Respecto a las elecciones precedentes, sin embargo, la UE es ahora más consciente de los riesgos y más activa a la hora de prevenir campañas de desinformación, aseguraron en el Parlamento Europeo. De hecho, los esfuerzos para combatirlo se llevan a cabo en estrecha colaboración entre instituciones y con la participación de una amplia gama de actores, como los Estados miembros de la UE, los medios de comunicación, los verificadores de datos y la sociedad civil.
Un esfuerzo global y conjunto para garantizar que las operaciones de votación se desarrollen libremente y sin influencias externas.
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