Ni misiles hipersónicos, ni fuego de artillería, ni enfrentamientos cuerpo a cuerpo de infantería: lo que está caracterizando la fase actual de la guerra en Ucrania son los drones, contó el reportero gráfico Ugo Borga, al regresar de un nuevo viaje a las zonas más complicadas del conflicto.
"Con mi colega Luciana Collbird -explicó- estábamos en los frentes de Marinka, Vuledar y Bakhmut. Estábamos agregados a tres brigadas del Ejército de Kiev. En comparación con el pasado, incluso con el reciente, la guerra cambió".
Efectivamente, ya no son los enfrentamientos de infantería o el fuego de artillería los que determinan el destino del conflicto, sino los drones: miles de ellos sobrevuelan en los cielos de la zona del Donbás, todos los días.
Son aviones kamikazes, que transportan munición antitanque o antipersonal.
Se trata de armas mortales, ante las cuales los soldados están aterrorizados, paranoicos "cuando oyen el zumbido sobre sus cabezas".
La única herramienta para advertir la presencia de esas aeronaves es un sistema "detector de drones", que avisa cuando están muy cerca.
"En ese momento -prosiguió Borga- o te arrojas a un búnker o eres hombre muerto. No hay escapatoria. Sólo se necesitan dos para convertirse en un objetivo. Vuelan día y noche. La mayoría de los muertos o heridos en esta fase es causada precisamente por drones, lo comprobamos en hospitales militares".
El Ejército ucraniano se preparó para aumentar la producción de aviones kamikazes.
"En las bases -afirmó el reportero gráfico de la región Valle de Aosta, norte de Italia- cada día se construyen cientos de ellos. Se necesita poco tiempo para montarlos, no son las sofisticadas Bayraktar turcas ni las Shahed iraníes, son dispositivos sencillos, hechos a mano y que cuestan unas decenas de euros. Y el rendimiento es definitivamente notable".
En esa franja de aproximadamente 100 kilómetros de longitud, entre Bakhmut y Marinka, los combates se intensifican desde hace semanas.
Por un lado, los rusos intentan abrirse paso y, por el otro, los ucranianos resisten.
La contraofensiva de Kiev es ahora sólo un recuerdo.
"El Ejército tiene un problema de personal -reveló Borga- porque no hay rotación.
La esperanza ucraniana es una intervención militar occidental.
Sin embargo, los soldados todavía pueden resistir los ataques rusos, siempre que reciban municiones.
"Están cansados, estresados, soportan turnos de tres días muy difíciles, pero no tienen intención de darse por vencidos.
Ni siquiera los civiles quieren oír hablar de dejar territorios a los rusos. Para ellos no hay alternativa a la guerra", completó Borga.
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