(ANSA) - BRUSELAS, 26 OTT - El próximo Consejo Europeo girará
en torno a la crisis palestino-israelí e intentará limitar el
daño que la UE se infligió a sí misma durante los últimos diez
días.
El obstáculo reside ahora en el lenguaje de las
conclusiones: "pausa humanitaria" o "pausas", o quizás
"ventanas", los términos que se debaten.
Desde fuera parece un debate lunar, pero así es como se negocian
en la Unión.
Sin embargo, más allá de las palabras, el deseo de
proporcionar rápidamente ayuda humanitaria a Gaza y, al mismo
tiempo, traer de vuelta a los ciudadanos europeos, rehenes y
otros, a la Franja, no está en duda: "Estamos confiados
-asegura un alto funcionario- de que se llegará a un acuerdo".
Entre los 27, aseguran fuentes diplomáticas, hay "diferentes
sensibilidades" acerca del tema, con un impacto "altamente
emotivo", que va desde Irlanda, que quisiera hablar abiertamente
de una tregua, hasta Alemania, que se muestra más cautelosa.
Por otro lado, las posiciones en todo el mundo son cada vez
más cáusticas, con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan,
definiendo a los milicianos de Hamás como "libertadores" y el
secretario general de la ONU, Antonio Guterres, una vez más en
la parrilla por sus declaraciones en el Palacio de Cristal. Y
casualmente, en el último bosquejo de conclusiones de la cumbre
UE, la línea
que preveía "apoyo al llamamiento del secretario general a una
pausa humanitaria" desapareció.
En este punto, el mayor riesgo es que el excesivo trabajo
fino de los 27 países por legítimo ejercicio de forma se
convierta en un mensaje de fondo, quizás involuntario.
"La falta de coherencia mostrada por Europa respecto a las
víctimas civiles en Gaza ha echado por la borda dos años de
trabajo con el Sur Global", comentó amargamente una alta fuente
europea.
La esperanza, por tanto, es que el capítulo sobre Israel se
cierre pronto y se pase a otra cosa. También porque el menú es
rico y, más allá del expediente ucraniano y de las espinosas
cuestiones económicas (en cualquier caso relegadas al viernes),
incluye uno de los dossier más queridos por Giorgia Meloni, el
de la migración.
La última novedad es la inclusión, en las conclusiones
finales, de un párrafo en el que, tras condenar el atentado de
Bruselas, se pide una mayor cooperación entre los Estados en
materia de seguridad y una aceleración de las repatriaciones.
La iniciativa partió de Suecia, país de origen de las dos
víctimas de Bruselas, pero rápidamente fue apoyada por Italia. Y
el argumento ahora toca la fibra de la mayoría de los 27 y de la
propia Comisión.
En la carta en la que Ursula von der Leyen actualizaba a los
dirigentes sobre el estado del arte del dossier, la número uno
del ejecutivo europeo subrayó que las repatriaciones "es un
desafío común" y relanzó la idea de una ampliación, también
mediante una mayor vigilancia aérea de la misión IRINI. Palabras
que, en el gobierno italiano, fueron acogidas con
"satisfacción".
Pero en materia de migración, que estará sobre la mesa en la
cumbre del jueves, el riesgo de conflicto está lejos de estar
excluido y esta vez podría centrarse en la propuesta de la
Comisión de revisar el presupuesto.
Una propuesta que prevé, por parte de los 27, un desembolso
de 50 mil millones de euros para una ayuda a largo plazo a Kiev
y uno de 15 para el capítulo de migración.
Los "frugales", sin embargo, no están ahí: la única
prioridad para el frente norte es Ucrania. Pero Italia, y no
solamente, traerá a la cumbre una "lógica de paquete": es decir,
hay acuerdo si se trata de todos los puntos. Y además está
siempre el factor Hungría: Viktor Orban traerá a Bruselas una
tesis que no gusta a la UE, pero que todavía tiene alguna
continuación: la del vínculo entre terrorismo y migración.
(ANSA).
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