El obstáculo reside ahora en el lenguaje de las conclusiones: "pausa humanitaria" o "pausas", o quizás "ventanas", los términos que se debaten.
Desde fuera parece un debate lunar, pero así es como se negocian en la Unión.
Sin embargo, más allá de las palabras, el deseo de proporcionar rápidamente ayuda humanitaria a Gaza y, al mismo tiempo, traer de vuelta a los ciudadanos europeos, rehenes y otros, a la Franja, no está en duda: "Estamos confiados -asegura un alto funcionario- de que se llegará a un acuerdo".
Entre los 27, aseguran fuentes diplomáticas, hay "diferentes sensibilidades" acerca del tema, con un impacto "altamente emotivo", que va desde Irlanda, que quisiera hablar abiertamente de una tregua, hasta Alemania, que se muestra más cautelosa.
Por otro lado, las posiciones en todo el mundo son cada vez más cáusticas, con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, definiendo a los milicianos de Hamás como "libertadores" y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, una vez más en la parrilla por sus declaraciones en el Palacio de Cristal. Y casualmente, en el último bosquejo de conclusiones de la cumbre UE, la línea que preveía "apoyo al llamamiento del secretario general a una pausa humanitaria" desapareció.
En este punto, el mayor riesgo es que el excesivo trabajo fino de los 27 países por legítimo ejercicio de forma se convierta en un mensaje de fondo, quizás involuntario.
"La falta de coherencia mostrada por Europa respecto a las víctimas civiles en Gaza ha echado por la borda dos años de trabajo con el Sur Global", comentó amargamente una alta fuente europea.
La esperanza, por tanto, es que el capítulo sobre Israel se cierre pronto y se pase a otra cosa. También porque el menú es rico y, más allá del expediente ucraniano y de las espinosas cuestiones económicas (en cualquier caso relegadas al viernes), incluye uno de los dossier más queridos por Giorgia Meloni, el de la migración.
La última novedad es la inclusión, en las conclusiones finales, de un párrafo en el que, tras condenar el atentado de Bruselas, se pide una mayor cooperación entre los Estados en materia de seguridad y una aceleración de las repatriaciones.
La iniciativa partió de Suecia, país de origen de las dos víctimas de Bruselas, pero rápidamente fue apoyada por Italia. Y el argumento ahora toca la fibra de la mayoría de los 27 y de la propia Comisión.
En la carta en la que Ursula von der Leyen actualizaba a los dirigentes sobre el estado del arte del dossier, la número uno del ejecutivo europeo subrayó que las repatriaciones "es un desafío común" y relanzó la idea de una ampliación, también mediante una mayor vigilancia aérea de la misión IRINI. Palabras que, en el gobierno italiano, fueron acogidas con "satisfacción".
Pero en materia de migración, que estará sobre la mesa en la cumbre del jueves, el riesgo de conflicto está lejos de estar excluido y esta vez podría centrarse en la propuesta de la Comisión de revisar el presupuesto.
Una propuesta que prevé, por parte de los 27, un desembolso de 50 mil millones de euros para una ayuda a largo plazo a Kiev y uno de 15 para el capítulo de migración.
Los "frugales", sin embargo, no están ahí: la única prioridad para el frente norte es Ucrania. Pero Italia, y no solamente, traerá a la cumbre una "lógica de paquete": es decir, hay acuerdo si se trata de todos los puntos. Y además está siempre el factor Hungría: Viktor Orban traerá a Bruselas una tesis que no gusta a la UE, pero que todavía tiene alguna continuación: la del vínculo entre terrorismo y migración.
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