(ANSA) - TEL AVIV, 10 OTT - El horror de la guerra no conoce
límites, ni siquiera ante los niños inocentes que duermen en sus
cunas, algunos en la cama con mamá y papá: la furia de Hamás no
los perdonó en el kibutz de Kfar Aza, donde los soldados
israelíes dijeron haber encontrado al menos 40 niños muertos
entre las decenas de personas masacradas a sangre fría.
Algunos de los niños, incluso recién nacidos, fueron
"decapitados", dijeron conmocionados a la televisión israelí,
según un informe de un periodista de It24.
"Una masacre, una auténtica masacre", repiten también los
periodistas que visitaron Kfar Aza, en la frontera con la
Franja, donde los milicianos de Hamás y otras facciones
palestinas se infiltraron durante la noche del viernes al
sábado.
Sus testimonios y las imágenes que tomaron rebotan en las
redes y sitios sociales y dan una imagen completa de la matanza:
"Hay un fuerte olor a muerte, está por todas partes", denuncian,
mientras en sus vídeos publicados en las redes sociales se
escuchan ruidos de explosiones procedentes de Gaza.
En el kibutz -le dijeron los oficiales del ejército- fueron
asesinadas decenas, tal vez cientos de personas, entre hombres,
mujeres y niños: fue un exterminio.
"Esto no es una guerra, no es un campo de batalla, es solo
una masacre", estigmatizó el general del ejército Itai Veruv,
que acompañó a la prensa internacional hasta el lugar.
"Se puede ver a los niños, a sus madres y a sus padres, en
sus dormitorios, en sus refugios y cómo los asesinaron los
terroristas: no es una guerra. Es algo que nunca he visto en mi
vida", añadió, y destacó que "me vienen a la mente nuestras
abuelas y abuelos durante los pogroms en Europa. Pero no es algo
que hayamos visto en la historia reciente".
Afuera de una de las pequeñas casas del kibutz, un cuerpo
cubierto por una sábana violeta de la que sobresale un pie
descalzo: una almohada y otros objetos de la casa están
esparcidos por todas partes mientras los relatos de los
soldados, con los ojos bien abiertos por el horror y la
incredulidad por lo que vieron, describen cunas y cochecitos
volcados entre sangre inocente.
En Kfar Aza, así como en la rave de Reim, cuyas imágenes
dieron la vuelta al mundo, los milicianos se volvieron locos,
matando y tomando decenas de rehenes. Algunas casas quedaron
casi completamente destruidas, las paredes se derrumbaron y se
quemaron.
Así como muchos cuerpos. Como afirma también la portavoz
adjunta del ejército israelí para la prensa internacional, Masha
Michelson: "Los terroristas entraron en Kfar Aza, masacraron a
la gente y quemaron algunos cadáveres. Algunos todavía están
irreconocibles. Todavía estamos sacando los cadáveres de los
refugios, de los apartamentos" y de la sinagoga". La portavoz
confirma que "ha habido bebés y niños asesinados por
terroristas", aunque no conoce el número de víctimas jóvenes, ni
de decapitaciones.
A las tropas israelíes toca la macabra tarea de ir casa por
casa para recuperar los restos de los civiles y colocarlos en
bolsas. Solamente pudieron hacerlo cuando cesaron los combates y
después de haber despejado la zona de posibles trampas
explosivas. En el terreno, en las imágenes de los periodistas,
también se pueden ver los cuerpos de los milicianos de Hamás
muertos en los enfrentamientos.
Los soldados israelíes siguen trabajando para asegurar los
caminos cercanos al kibutz, que tenía casas de una sola planta
con terrazas, palmeras y plátanos: a lo lejos -dicen los que
estaban allí- se oían disparos y explosiones y sonaban no pocas
sirenas de alarma. Antes de que todos los periodistas abandonen
Kfar Aza, un soldado les grita: "Cuéntenles al mundo lo que han
visto". (ANSA).
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