(ANSA) - ROMA, 09 OTT - Al menos 260 jóvenes murieron
mientras se divertían durante una fiesta electrónica, que
celebraba la Naturaleza en la festividad judía de Sucot y que
terminó siendo atacada por Hamas.
Amenazadores se vieron en el cielo los parapentes guiados
por los milicianos de Hamas fuertemente armados. En unos pocos
minutos, a las seis y media de la mañana, se desató el infierno:
primero las sirenas antiaéreas, luego las explosiones de
cohetes. Decenas de hombres armados llegaron a la explanada de
la fiesta, a bordo de motos y furgonetas blindadas. Hay quienes
afirman haber visto al menos 50 milicianos.
Nadie tiene tiempo de entenderlo, parece una trágica
reedición del Bataclan. Una ráfaga de disparos estalla por todas
partes, se desata la fuga masiva hacia los coches, pero los
terroristas no dejan escapatoria a nadie y disparan "a
cualquiera", sin piedad.
Es la masacre del Nova Music Festival, la Tribu de Nova, un
evento de música electrónica del género trance. Megafiesta con
tres escenarios y decenas de DJ en cartel, un espacio para
acampar y otro para catering en medio del desierto del Néguev, a
un paso de la frontera con la Franja, objetivo de Hamas.
"Vi al menos 200 cadáveres en el lugar", contó un paramédico
israelí, Yaniv, que sobrevivió milagrosamente a la masacre.
"Fue una masacre, nunca había visto algo así en mi vida. Una
emboscada, equipos de terroristas nos esperaban delante de las
salidas de emergencia, otros acribillaron a los que corrían
hacia el aparcamiento y a los que se escondían en los baños",
afirmó.
Logró salvarse: "Mientras disparaban a todos y a todo, me
escondí entre los árboles. Después de tres horas me moví hasta
encontrarme con nuestros agentes, quienes me llevaron de regreso
allí porque necesitaban un médico. Todos mis amigos fueron
asesinados y fui yo quien tuvo que presenciar su muerte".
Otra superviviente, Esther, logró llegar ilesa a su coche,
pero una vez que salió en medio del caos fue chocada por detrás.
Se subió a otro automóvil conducido por un joven. Un instante y
el joven que conducía se desplomó, mortalmente alcanzado por una
bala.
Esther se hizo la muerta junto al cadáver de su salvador
durante horas hasta que llegaron los soldados.
Ortel, en cambio, se arrastró hacia un naranjal "con las
balas silbando sobre mi cabeza", mientras un niño seguía
corriendo sin parar, "los árboles eran pocos, nos cazaban uno a
uno entre las zarzas, había muertos por todas partes".
Aún no hay cifras oficiales, en la fiesta "había al menos
tres mil personas", el número de muertos, heridos y rehenes es
incierto. Entre ellas está Noa, la chica secuestrada y llevada
en moto, o Shani, la joven alemana que desapareció en la fiesta
y luego fue mostrada por milicianos de Hamas a bordo de una
camioneta como si fuera un trofeo, inconsciente y medio desnuda.
"Allahu akbar", gritan a la multitud, mientras uno le
levanta la cabeza tomandola por un mechón de cabello. Ella, cuya
única culpa fue aquella de salir a bailar.
"Compartimos el dolor de las personas desaparecidas y
asesinadas", escribieron los organizadores de Tribe of Nova en
las redes sociales.
"Estamos haciendo todo lo posible para ayudar a las fuerzas
de seguridad, manteniendo un contacto constante y estamos en la
zona participando en las búsquedas para localizar a los
desaparecidos".
Por la tarde, un portavoz de la organización rabínica Zaka,
encargada de recuperar cadáveres en las zonas que han sido
escenario de ataques, informó que hasta el momento se
encontraron 260 cadáveres, "pero las búsquedas aún no
concluyeron.
En las redes sociales hay una avalancha de llamamientos, de
fotografías de niñas y niños que aún están desaparecidos y que
familiares y amigos esperan poder encontrar. Quizás no en ese
mar de horror. (ANSA).
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