El gobierno del presidente Joe Biden está dispuesto a hacer su parte en apoyo a Israel, el mayor aliado de Estados Unidos en Oriente Medio, que se enfrenta -en palabras del Secretario de Estado, Antony Blinken- a "el peor ataque desde la guerra de Yom Kippur", en el que entre otras cosas, también hay víctimas y rehenes estadounidenses.
Reiterando su apoyo al Estado judío y condenando una vez más el terrorismo, Biden aseguró al primer ministro, Benjamín Netanyahu, que "más ayuda está en camino y nueva ayuda llegará en los próximos días".
De hecho, los primeros suministros deberían llegar pronto a Israel, cerca de donde se desplegarán el portaaviones Gerald R.
Ford, así como el G-16 y el F-35.
Al anunciar el paquete de ayuda, el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, habló de equipos y municiones, sin entrar en detalles.
El ministerio de Defensa israelí presentó a Austin una lista inicial de solicitudes, incluidas municiones para los aviones, que fue examinada por las autoridades estadounidenses en las últimas 24 horas.
Un examen que se debe en parte a la necesidad de evitar el caos del Congreso que, sin un presidente en la Cámara, podría haber retrasado las ayudas.
De hecho, el paquete definido por la administración Biden no requiere fondos adicionales del Congreso, puesto que las armas ya se encuentran en los arsenales estadounidenses disponibles o ya han sido pagadas con recursos aprobados en el pasado.
Es probable que parte de las armas procedan de los arsenales estadounidenses en Israel, a los que el país sólo puede acceder en caso de emergencia.
A pesar de la ayuda masiva a Ucrania, Washington sigue disponiendo de un arsenal adecuado para satisfacer las necesidades del aliado, también porque los dos países utilizan sistemas de armamento diferentes y, por tanto, sus demandas, según explicaron fuentes del Pentágono, no entran en conflicto.
En primera línea para tejer la tela diplomática en Medio Oriente con el fin de rebajar la tensión y evitar que el enfrentamiento se extienda aún más, Blinken también dio instrucciones al personal del Departamento de Estado para que comprobara la situación de sus compatriotas en Israel.
Al parecer, varios estadounidenses murieron en los enfrentamientos (al menos cuatro, según la prensa norteamericana), mientras que otros permanecen retenidos como rehenes en Gaza.
En medio del torbellino de llamadas telefónicas con los líderes de Medio Oriente y otros países, el jefe de la diplomacia estadounidense -en una serie de entrevistas con las principales cadenas- eludió las polémicas sobre el fallo de la inteligencia israelí, y quizá también de la estadounidense.
Señalando, sin embargo, que por el momento no parece haber pruebas de la implicación directa de Irán en el atentado de Hamas.
Es precisamente Teherán quien está agitando la política estadounidense, con Biden abrumado por las críticas por los 6.000 millones entregados a Irán a cambio de la liberación de cinco rehenes estadounidenses.
Una acusación a la que se han sumado principalmente los candidatos republicanos para 2024, en primer lugar Donald Trump.
El estribillo con el que el expresidente atacó a Biden es el mismo que utilizó para Ucrania: "Conmigo no habría pasado", sentenció el magnate.
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