No había pasado ni un mes desde la invasión de Ucrania cuando, el 15 de marzo de 2022, Ovsyannikova irrumpió en directo en la televisión estatal mostrando un cartel escrito a mano que decía "No a la guerra. Detengan la guerra. No crean en la propaganda, aquí les dicen mentiras".
Ahora, un año y medio después, un tribunal ruso la condenó a ocho años y seis meses de prisión para descontar en una colonia penal. El fiscal había solicitado 9 años y medio.
La sentencia no hace referencia formal a esas frases, sino a las protestas que la periodista llevó a cabo en los meses siguientes.
El veredicto fue leído en su ausencia, ya que el juicio se celebró en rebeldía desde que Ovsyannikova, de 45 años, huyó a Francia con su hija tras lograr evadir la vigilancia del arresto domiciliario.
Desde París, el ministerio francés de Asuntos Exteriores denunció inmediatamente la decisión de la justicia rusa, afirmando estar "muy preocupado por la intensificación de la campaña de represión llevada a cabo por las autoridades de Moscú contra las voces críticas del poder".
La reportera era -y es- una de ellos, a pesar de que algunos la acusaron de jugar un doble juego y de ser en realidad una espía a sueldo del Kremlin por su pasado de propagandista y porque pidió que las sanciones sólo afectaran al presidente y los oligarcas, salvando así la economía del país y, en consecuencia, la vida de los ciudadanos.
A sus detractores no les bastó las 14 horas de interrogatorio sin abogado, las continuas protestas contra Putin o los vídeos en los que la periodista decía estar "sinceramente arrepentida" de haber contribuido a "convertir a los rusos en zombies con propaganda" trabajando "para la emisora ;;estatal Perwyj Kanal".
Tras la incursión televisiva, la periodista renunció a la cadena y trabajó durante un período en Welt, en Alemania.
En julio de 2022, sin embargo, se vio obligada a regresar a Rusia debido a un litigio con su exmarido, Igor Ovsyannikov, por la custodia de su hija de 11 años: un tribunal de Moscú resolvió estableciendo que debería quedarse con su padre porque la madre "se dedica a actividades políticas".
Su protesta contra Moscú y la guerra continuó y, tras otra manifestación solitaria, la reportera acabó bajo arresto domiciliario acusada de difundir información falsa sobre las Fuerzas Armadas rusas.
Una espada de Damocles que Ovsyannikova llevaba consigo incluso después de huir a Francia y que ahora ha caído definitivamente sobre ella.
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