La novedad, relanzada por el sitio web local Xibujuece y confirmada por la universidad de la capital de la provincia de Shaanxi, se introdujo a partir del 1 de septiembre, eliminando no sólo el examen nacional obligatorio de inglés, sino también el de evaluación de los resultados de otros conocimientos y pruebas de la misma lengua extranjera. De hecho, es una práctica común que muchas universidades chinas pidan a los estudiantes que aprueben el CET-4 para una licenciatura y el CET-6 para una maestría.
La decisión, por otra parte, no es una sorpresa: en los niveles escolares inferiores, el inglés ya no es una prueba de examen desde hace algunos años y, aunque sigue siendo una materia de enseñanza, ya no se fomenta tanto el estudio.
En las últimas directrices nacionalistas, los libros de texto han sido depurados de influencias occidentales, mientras que el rico sector de la enseñanza - donde las lenguas extranjeras tenían un peso importante - se ha reducido significativamente, según los planes queridos por la dirección comunista.
Sin embargo, la oficina de Asuntos Académicos de la Universidad de Xi'an explicó que el cambio debe ser considerado sólo como "una medida normal llevada a cabo por la universidad en función de los acontecimientos actuales", asegurando - según los medios chinos - que los cursos de inglés en la universidad seguirá manteniéndose el nivel basado en el AEC. La universidad forma parte del Plan Universitario Doble Primera Clase, una lista oficial que reúne al 5% de las mejores universidades chinas.
En la actualidad, gran parte del mercado laboral para graduados todavía valora el inglés como una ventaja competitiva y existe una alta probabilidad de que los estudiantes con conocimientos adecuados tengan más oportunidades laborales ante el desempleo juvenil (16-24 años) disparado a el 21,3%, según los últimos datos disponibles y cuya difusión fue suspendida hace dos meses por las autoridades centrales.
Otro efecto del giro nacionalista son las crecientes tensiones geopolíticas: los estudiantes chinos alguna vez quisieron trabajar en el extranjero y tener ciudadanía extranjera.
En 2022, sin embargo, el número de graduados chinos en universidades extranjeras que decidieron regresar a su país de origen aumentó un 8,6% anual. Aunque cada vez más estudiantes eligen estudiar en el extranjero, muchos optan por regresar a casa. La percepción de una mayor hostilidad en el extranjero hacia los ciudadanos chinos, informó Bloomberg, está cambiando los cálculos de la Generación Z (nacidos entre 1990 y 2000).
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