El mandatario ucraniano criticó al organismo de la Secretaría de las Naciones Unidas por no haber cumplido con su papel y no haber resuelto los conflictos mundiales. "Es imposible frenar la guerra porque todas las acciones tienen el veto del agresor", denunció, quien se sentó por primera vez luego de la primera invasión en una misma sala con un dirigente ruso, el embajador ante la ONU Vasily Nebenzya, debido a que el ministro de Exteriores Serghei Lavrov llegó más tarde, cuando el líder ucraniano ya se había marchado, quedando en el duelo con el secretario de Estado americano Antony Blinken.
Participaron de la reunión más de 60 países, entre ellos Italia, representada por el Ministro de Asuntos Exteriores Antonio Tajani, que ocupó el lugar de la Primera Ministra, Giorgia Meloni, al igual que Blinken había suplantado a Biden.
"La mayor parte del mundo" reconoce que las acciones de Rusia en Ucrania son "criminales y sin motivo" y tienen como objetivo apoderarse del territorio y los recursos ucranianos, pero el Consejo de Seguridad "sigue estancado debido al veto de Moscú", denunció Zelensky, pidiendo al igual que en ocasiones anteriores que se despoje a Rusia de su poder de veto.
El presidente también reiteró la postura ucraniana de que este poder pertenecía a la URSS -uno de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial tras la cual se crearon las Naciones Unidas- y no a la Rusia de Vladimir Putin, que lo utiliza "ilegalmente para enmascarar la agresión y el genocidio".
La petición de Zelensky parece extremadamente difícil de realizar. Sin embargo, existe un precedente que data del 1971, año en que la Asamblea General de la ONU privó a Taiwán del poder de veto que ostentaba como representante de China, cediéndolo en su lugar al gobierno comunista de Pekín. En cualquier caso, el líder de Ucrania solicitó ampliar el Consejo de Seguridad con puestos permanentes para Africa, Asia y Alemania.
A continuación, relanzó su plan de paz de 10 puntos, reiterando como condición indispensable la retirada de Rusia y el restablecimiento de las fronteras anteriores a la invasión de Crimea en 2014.
Moscú intentó impedir que Zelensky hablara en primer lugar, sosteniendo que ello "socavaría la autoridad del Consejo de Seguridad", convirtiéndolo en un "show personal". A pesar de esto, el Primer Ministro albanés Edi Rama, presidente de turno, rechazó la petición: "Hay una solución, detengan la guerra y el Presidente Zelensky no hablará".
Tras la salida del líder ucraniano, se consolidó el confrontamiento entre Blinken, apoyado por todos sus colegas occidentales, y Lavrov. El jefe de la diplomacia estadounidense acusó a Rusia de "destrozado la carta de la ONU" al violar una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad, cometiendo "crímenes contra la humanidad" todos los días en la invasión a Ucrania. El Secretario de Estado estadounidense intentó tranquilizar al Sur global subrayando que se trata de una "falsa elección" entre apoyar a Ucrania y abordar otras crisis mundiales, como lo es el cambio climático, argumentado que "podemos y debemos hacer ambas cosas".
Por un lado, Lavrov acusó a Estados Unidos y a sus aliados de interferir en los asuntos ucranianos desde la caída de la URSS con el fin de imponer políticas occidentales dentro de Kiev y acusó a Occidente por el aumento del riesgo de un "conflicto global". Particularmente culpo a la OTAN, por negarse a entablar un diálogo que podría haber prevenido tensiones en Europa. A continuación, reiteró la afirmación del caballo de la batalla del Kremlin de que cualquier gobierno antirruso en Kiev no es más que una marioneta de Estados Unidos, sugiriendo que podrían "ordenar" a Zelensky que negociara con Rusia. "Moscú no se niega a negociar, es Zelensky quien firmó un decreto para prohibir un diálogo con el presidente Putin", recordó Lavrov en defensa de la legitimidad del poder de veto ruso.
China, por su parte, intentó dar crédito a su papel de mediador, reivindicando el haber sido constructiva "a su manera" en la guerra de Ucrania, instando a los demás países a evitar "echar gasolina al fuego".
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, también intervino en la inauguración, condenando la invasión rusa y pidiendo el "cese inmediato" de los ataques contra la población civil y las infraestructuras de cereales. Guterres evocó además "las pruebas generalizadas y espeluznantes de violaciones de los derechos humanos, incluida la violencia sexual envuelta en el conflicto, las detenciones arbitrarias, las ejecuciones sumarias, en su mayoría del lado ruso, y el traslado forzoso de civiles ucranianos, incluido niños, a territorio bajo control ruso o a Rusia".
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