Moscú, reiteró Putin, aceptará la reanudación del acuerdo para la exportación de cereales ucranianos sólo cuando se levanten las restricciones a sus exportaciones de cereales y fertilizantes. En cuanto a la situación sobre el terreno, "la contraofensiva ucraniana ha fracasado" y no hay perspectivas concretas de negociaciones en el horizonte, dijo el líder del Kremlin.
El presidente turco afirmó que su país ha preparado "algunas propuestas junto con la ONU" que podrían convencer a Rusia de volver al acuerdo sobre el trigo. De hecho, Moscú subraya que con el acuerdo alcanzado en el verano de 2022 entre Rusia y Ucrania con la mediación de Ankara y las Naciones Unidas, también se adoptó un memorando que preveía la eliminación de los obstáculos a las exportaciones de cereales rusos, pero que nunca ha sido aprobado. sido aplicado.
Si bien las sanciones occidentales no afectan directamente las exportaciones de alimentos, las restricciones impuestas a la banca, la logística y los seguros crean barreras a menudo insuperables. Y esto mientras que la producción rusa (se esperan 130 millones de toneladas de trigo este año, de las cuales 60 millones pueden exportarse) podría contribuir decisivamente, según Putin, a combatir los problemas alimentarios de los países más pobres.
Entre otras cosas, el presidente ruso afirmó que las exportaciones de trigo ucraniano durante el año que duró el acuerdo, hasta julio pasado, beneficiaron a más del 70% de los países más ricos, y sólo al 3% de los más pobres. Putin también acusó a los ucranianos de utilizar corredores humanitarios reservados para barcos en el Mar Negro para atacar objetivos militares y civiles rusos, incluidos los oleoductos Turkish Stream y Blue Stream y los barcos rusos desplegados para protegerlos.
"Esto ya no se puede tolerar más", advirtió. Pero el líder ruso también pareció cuestionar la necesidad del acuerdo, subrayando que "los precios del trigo siguen cayendo" a pesar de su suspensión. "No hay una falta física de alimentos, sino de su distribución equitativa", insistió, y anunció que dentro de algunas semanas debería entrar en vigor la iniciativa rusa de realizar entregas gratuitas de cereales a seis de los países africanos más pobres. Se espera suministrar entre 25.000 y 50.000 toneladas cada uno a Burkina Faso, Zimbabue, Malí, Somalia, la República Centroafricana y Eritrea. Un plan en el que algunos críticos ven una jugada propagandística para intentar desempolvar una identidad rusa anticolonialista a raíz del legado soviético.
Sin embargo, Turquía no se rinde. "Creemos que pronto podremos alcanzar una solución que cumpla con las expectativas", aseguró Erdogan. Por el trato del trigo, claro. Pero Ankara también quiere volver a proponerse como mediador de paz entre Moscú y Kiev, y a este respecto el sultán ha lanzado una ofensiva contra Ucrania, invitándola a "suavizar" su posición.
La mediación turca condujo en marzo de 2022 a una reunión entre delegaciones de los dos enemigos en Estambul, de la que surgieron borradores para continuar las negociaciones. "Pero luego Kiev los tiró a la basura", acusó Putin. "Ahora escuchamos sobre algunas iniciativas nuevas, pero no han sido discutidas con nosotros y por eso no percibimos nada nuevo", lamentó el jefe del Kremlin.
Las conversaciones de tres horas en Sochi parecen haber tenido más éxito en temas de interés bilateral. En materia de energía nuclear, por ejemplo, con Putin anunciando la puesta en funcionamiento el próximo año de la primera central turca construida por los rusos en Akkuyu, y Erdogan hablando de "pasos adelante" para la construcción de la segunda en Sinop, en la costa del mar Negro.
En el ámbito energético, también se creó un grupo de trabajo para la construcción de un hub de gas en Turquía, alimentado con materia prima rusa. Y luego, lejos del foco de atención centrado exclusivamente en Ucrania, Putin y Erdogan hablaron del futuro de dos países en los que apoyan facciones e intereses en conflicto: Siria y, sobre todo, Libia.
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