¿Se acabó? "Absolutamente no, lejos de nosotros pensarlo. Es un trabajo largo, hemos tenido noches de terrible violencia, ahora está más tranquilo. Pero procedemos con mucha cautela", responde el Elíseo a quienes preguntan si Macron está convencido de que lo peor ya pasó.
Lo cierto es que se bajó de 1.300 detenciones a 150, y la noche del domingo fue la primera sin enfrentamientos. Pero la herida es profunda y puede reabrirse en cualquier momento. Por eso, también la noche de este lunes, por cuarta vez, el Gobierno desplegó el máximo número de hombres y vehículos sobre el terreno, 45.000 entre policías y gendarmes.
Tímidamente, "poco a poco" -palabra en la que se hace mucho hincapié en los pasillos del Elíseo- se intenta volver a la normalidad en un país que vivió cinco días de pesadilla.
Primero la tragedia de Nahel, muerto de un balazo en el pecho por el disparo de un policía que lo había detenido mientras conducía. Luego, la reacción que sacudió a Francia peor que un terremoto, desde los suburbios, que literalmente se prendió fuego con miles y miles de incendios, devastación, saqueos, hasta el centro de las ciudades, incluido París. Un incendio que las autoridades esperan que haya sido tan violento como breve.
Para intentar dar vuelta la página, Macron y su primera ministra, Elisabeth Borne, recibieron hoy respectivamente a los más altos cargos del Estado -el presidente del Senado, Gérard Larcher, y aquel de la Asamblea Nacional, Yael Braun-Pivet- y a los jefes de grupo del Parlamento.
Se volvió a hablar, a sanar heridas, a planificar la salida de la crisis, aunque Borne tuvo la tarea más difícil: Marine Le Pen, por ejemplo, se negó a acudir a la reunión, al parecer porque quería ser "recibida por Macron".
Y Mathilde Panot, de la izquierda radical de La France Insoumise, abandonó la reunión antes del final, molesta por no haber recibido respuestas a sus preguntas. Se puede prevér que será aún menos fácil la reunión que Macron tendrá este martes en el Elíseo con más de 200 alcaldes de las ciudades y pequeñas localidades que más sufrieron la violencia en los últimos días.
Uno, el de Bry-sur-Marne, cerca de París, Charles Aslangui, ya adelantó que no irá al Elíseo porque "no es el momento de organizar recepciones sino de restablecer el orden".
Macron quiso organizar la reunión porque -señalaron fuentes del Elíseo- "sabe muy bien que son los alcaldes quienes mejor conocen a los ciudadanos". Es con ellos con quienes hay que reparar los daños, con ellos con quienes hay que iniciar lo que la presidencia francesa espera que sea "una reflexión a largo plazo para comprender lo que pasó en estos últimos días" en el país.
Pero no es fácil, como demuestra el enfado que se respira en Hay-les-Roses, donde el alcalde Vincent Jeanbrun, que vio cómo la violencia atacaba a su familia dormida en plena noche, tuvo unas durísimas palabras: "Es la democracia que fue agredida -dijo a los cientos de personas que acudieron a apoyarlo- ahora es el momento de decir basta".
Y luego agregó, recordando aquel auto incendiado y arrojado contra su propia casa donde dormían sus dos hijos: "Vamos a descubrir la verdadera cara de los manifestantes, querían asesinar a mi esposa".
Macron lo telefoneó para asegurarle "confianza y apoyo: Construiremos soluciones juntos", le garantizó el presidente.
Así se afronta la séptima noche en Francia con menos angustia que hace unos días pero con fuertes preocupaciones por el futuro, por las críticas que llegan desde fuera, por los temores que suscita en los turistas cuando el sector esperaba una recuperación, por los enormes daños que ahora será necesario reparar (al menos 20 millones de euros solo para el transporte público destruido).
Alguien también está pensando en los Juegos Olímpicos de París 2024: dentro de un año tendrá que ser otra Francia la que dé la bienvenida a los Juegos.
"Falta un año, no hay que confundirse con los plazos", dijo el vicealcalde de la capital, Emmanuel Grégoire.
El Elíseo está preocupado pero cree, según han filtrado fuentes, que "hay planes preparados que prevén estos riesgos para los Juegos Olímpicos, como por ejemplo por terrorismo o hooligans".
Todo está previsto para acabar con ellos -aseguraron desde la presidencia - pero el trabajo más importante será el que haremos en los últimos meses en las zonas afectadas por la violencia, esperamos que pueda dar sus resultados".
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