Yevgeny Prighozin, una vez más, baraja las cartas, y lanza un sorprendente llamado a Vladimir Putin: detener la invasión a Ucrania y consolidar las posiciones rusas en los territorios ya ocupados. De otro modo, existe el riesgo de que el enemigo tome el control aprovechando el cansancio de las tropas de Moscú.
    La opinión del oligarca, en eterno contraste con los vértices militares rusos acerca del manejo del conflicto, según los analistas estadounidense del think tank ISW tiene un objetivo preciso: crear las condiciones para aprovechar un eventual fracaso del ejército si la prevista contraofensiva de Kiev tiene éxito. Ganando consensos en la patria para capitalizarlos en el plano político.
    El jefe del Grupo Wagner, amigo del zar, pero desde hace tiempo atrincherado en posiciones consideradas como muy extremistas incluso por el Kremlin, en un largo artículo que circuló por Telegram hizo un balance de los primeros 14 meses de la guerra, en el que la defensa de los ucranianos se reveló más tenaz de lo previsto.
    A la luz de las persistentes dificultades de los soldados rusos, según el "chef de Putin", "para las autoridades y para la sociedad en su conjunto es necesario poner fin en un modo decisivo a la operación militar especial".
    Por ello, "la opción ideal" es justamente la de "anunciar el fin" e "informar a todos que se alcanzaron los resultados planificados, y que en un cierto sentido hemos efectivamente alcanzado", escribió Prigozhin.
    Afirmó además que fue "erradicada gran parte de la población masculina activa de Ucrania y que fue conquistado gran parte del territorio ucraniano, creando un corredor de tierra hacia Crimea".
    A sellar estos éxitos contribuiría la toma de Bakhmut. Sería "extremadamente ventajoso" porque "limitaría las maniobras ucranianas", explicó el fundador del Grupo Wagner, que no por casualidad guía con sus milicias privadas la primera línea de esta batalla, y que en las últimas horas tomó el control de otros dos barrios de la ciudad del Donbás, donde los ucranianos parecen próximos a la rendición.
    En este punto, "queda una sola cosa por hacer: radicarse sólidamente en los territorios ocupados", es la estrategia sugerida por Prigozhin. En caso contrario, obstinarse en la invasión podría tener costos altísimos, si no revelarse contraproducente, advirtió, retirando fuera la habitual retórica hostil "a la élite" de Moscú, que le pelea los favores del Kremlin: "un "Deep State" de "burócratas" que quieren "sabotear el éxito ruso en la guerra para volver a su vida privilegiada y confortable".
    "Enemigos internos", que para poner fin al conflicto empujarán al Kremlin a "hacer importantes concesiones" a Ucrania, también en término de territorios. Y también existen las dificultades del ejército, que "por años se consideró uno de los mejores del mundo", y que en caso de contraataque ucraniano podría caer en "estados de ánimo decadentes", destinados a "empeorar" ulteriormente la situación en el terreno.
    El pedido de Prigozhin a detener la invasión, hasta el momento, parece en neto contraste con los planes que diferentes analistas atribuyen al Kremlin, o sea un conflicto aún largo.
    Basta pensar en la ley recién firmada por Putin que prevé la conscripción electrónica de los militares, para impedir a los ciudadanos huir del reclutamiento.
    El millonario combatiente -que apenas dos semanas atrás perdió a un amigo, el periodista ultranacionalista Vladien Tatarsky, en un controvertido atentado en San Petersburgo- parece apuntarse simplemente a acreditarse como una voz fuera del coro.
    Apostando al cansancio del pueblo ruso por una guerra interminable, que podría ser útil después. Desde hace tiempo se considera que Prigozhin nutre ambiciones políticas y tiene en la mira tomar el control de un partido, Rusia Justa, de inspiración socialdemócrata. Con el objetivo de intentar la escalada a la cima del país. 
   

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