(ANSA) - ROMA, 09 MAR - Kiev, distrito de Sviatoshyno: desde
el centro se puede llegar en 15 minutos en coche, a pesar del
tránsito de esta ciudad. Y el de hoy no es muy diferente de lo
habitual, incluso después del miedo que volvió durante unas
horas a la capital ucraniana, alcanzada en la madrugada por dos
de los misiles lanzados por los rusos en el masivo ataque
nocturno a todo el país.
Restos de un misil destruido cayeron sobre autos
estacionados, provocando explosiones.
Esos autos ahora son cadáveres incinerados, mientras que el
cráter "dejado por el fragmento Kalibr destruido por la defensa
aérea" es claramente visible en el asfalto, explican testigos.
Porque en el vecindario, como en otras partes de Kiev y en
gran parte del país, ahora todo el mundo es muy consciente de la
diferencia entre drones, misiles de crucero o misiles
hipersónicos mortales.
Saben que de este último -como el Kinzhal- es difícil
defenderse, pues la sirena que suena regularmente no es
suficiente, no hay tiempo para correr a los refugios.
"Vivo cerca, mi edificio se ve justo enfrente del lugar
exacto donde llegaron las piezas del misil -contó una señora del
barrio- Me asusté esta mañana. No lo había visto así, los autos
destruidos. Quién sabe, tal vez los dueños usaron sus ahorros
para comprar estos autos. Ahora no queda nada de ellos".
El último de la fila de autos que se convirtió en humo es lo
que queda de un Daewoo Matiz, y la dueña es Katharina de 65
años.
Ayer fue su cumpleaños. "Este es el regalo de los rusos",
dijo.
El contragolpe del impacto también hizo añicos algunos
cristales, dejando una alfombra de vidrio sobre el asfalto. No
muy lejos hay juegos para niños, con toboganes típicos de los
"jardines" urbanos.
Alguien comienza a escalarlo, tímidamente para empezar de
nuevo.
Una vez que pasa el shock, se permite que la vida fluya.
Hay muchos niños ahora: las escuelas permanecieron cerradas
hoy, las clases se dan a distancia y después del susto algunos
salieron a la calle.
Los mayores, e incluso algunos adultos, toman unos restos
del suelo, los fotografían: "Son los restos del cohete", dicen,
y también aventuran un análisis "¿quizás un dron?".
Estos chicos probablemente pasarán la tarde en el centro
comercial que está a unos cientos de metros del laberinto de
calles con edificios idénticos y canteros con flores.
O en el McDonald's, a pocos metros de la estación de metro.
Con el metro se puede llegar al centro de la ciudad en 10
minutos y es la forma más utilizada para arribar al lugar de
trabajo por los residentes de Sviatoshyno, que se considera una
ciudad dormitorio, habitada por la clase media.
Volviendo hacia el centro, por una arteria que atraviesa la
ciudad, a pocos minutos de la estación principal de trenes. se
encuentra lo que queda de un edificio de principios del siglo
XX.
Aquí el 17 de octubre del año pasado el misil golpeó el
edificio y destruyó todo.
Cinco personas murieron, entre ellas una mujer embarazada.
Enfrente hay una termoeléctrica, ése era el objetivo.
Junto a él hay un rascacielos de cristal, sede de las
oficinas de Samsung, entre otras cosas, que todavía muestra el
"rasguño" dejado en esa noche de guerra a lo largo de una
fachada.
Así, Kiev comienza a mostrar sus "capas de destrucción': en
más de un año algunas de las huellas aún son visibles, otras
"reparadas", como el asfalto frente a la universidad donde llegó
otro cohete el 10 de octubre.
Katya lo recuerda bien y lo volvió a pensar hoy, cuando
-después de casi siete horas de alerta por la noche- a la hora
del almuerzo sonó nuevamente la sirena de alarma y tuvo que
decidir si tomar el auto e ir al trabajo o no.
"Me detuve de camino a la oficina. El 10 de octubre, pasé
por ese lugar exacto dos horas antes de que cayera el misil.
¿Qué hubiera pasado si hubiera llegado tarde o algo así.
Sin embargo, luego la vida pasa.
"Hola, ¿estás bien?", decía un mensaje en el teléfono móvil
en el informativo de la noche de los atentados.
"Buenos días. Sí, bien -fue la respuesta de Svetlana-
Finalmente tendré esa entrevista (en la universidad ed) hoy".
La vida fluye en la 'rutina de la guerra'. Pero deja una
huella profunda: "¿Qué siento? Siento ira", completó Katya.
(ANSA).
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. © COPYRIGHT ANSA