(ANSA) - MOSCU, 26 FEB - En el Día de la Resistencia, cuando
Ucrania celebra a quienes se opusieron a la ocupación rusa de
Crimea en 2014, Kiev redobla la apuesta al anunciar una
contraofensiva de primavera para liberar todos los territorios
ocupados, incluida la península del Mar Negro.
"Cuando restablezcamos el país dentro de los límites de
1991", dijo el subjefe de inteligencia del ministerio de
Defensa, Vadym Skibitskyi.
"Esa es nuestra tierra, nuestra gente. Llevaremos nuestra
bandera de vuelta a todos los rincones de Ucrania", sentenció el
presidente ucraniano Volodimir Zelensky, recordando cómo "hace
nueve años comenzó la agresión rusa en Crimea". "Restauraremos
la paz en la Península", enfatizó.
No hay diálogo, la tensión se dispara y el presidente
ruso, Vladimir Putin, vuelve a acusar a la OTAN de participar en
la guerra "enviando decenas de miles de millones de dólares en
armamento a Ucrania", mientras que Occidente "tiene un único
objetivo: liquidar el Federación Rusa".
Por tanto, el zar apela a la unidad de su país. Porque "el
pueblo ruso puede no sobrevivir a la disolución de la Federación
Rusa".
Según Kiev, uno de los objetivos de la contraofensiva
ucraniana será intentar "abrir una brecha en el frente ruso
hacia el sur, entre Crimea y Rusia continental".
Ucrania "atacará depósitos de municiones en territorio
ruso, incluida la región de Belgorod, los ataques comienzan
desde allí", explicó Skibitsky. El momento preciso de la
ofensiva dependerá de una serie de factores, incluido el
suministro de armas occidentales.
Pero el objetivo es claro para Kiev que se encuentra del
lado de Estados Unidos, dispuesto a reiterar que "no reconocen y
nunca reconocerán la supuesta anexión de la península por parte
de Rusia. Crimea es Ucrania".
En el otro lado del frente, es el patriarca Kirill quien
sostiene que el Donbas es "un puesto de avanzada de Rusia",
mientras que Putin reiteró su rechazo a lo que define como la
"construcción de un nuevo mundo que tenga en cuenta únicamente
los intereses de Estados Unidos" y defendió la opción de
suspender su participación en el tratado sobre armas nucleares.
Para Putin, Moscú debe garantizar su propia seguridad, y
no puede ignorar el potencial atómico de la OTAN, "porque todos
los principales países de la Alianza han anunciado nuestra
derrota estratégica como principal objetivo".
Mientras tanto, continúa el enfrentamiento en el Donbassy
prosiguen las batallas en Bakhmut, con Kiev negando los éxitos
reclamados por los mercenarios de Wagner en las aldeas de
Yahidne y Berkhivka alrededor de la ciudad.
A raíz de la alarma ucraniana sobre una posible lluvia
de ataques desde el Mar Negro, las fuerzas rusas retiraron el
único barco con misiles Kalibr presente en la cuenca. Pero el
peligro persiste y no hay lugar para una solución diplomática.
De hecho, el escepticismo occidental sobre el plan de paz chino
sigue siendo fuerte, incluido el de Berlín, que en palabras del
ministro de Defensa, Boris Pistorius, subraya cómo es necesario
"juzgar a Pekín por sus acciones y no por sus palabras".
Según el "think tank" estadounidense ISW, en cualquier
caso Putin no muestra signos de voluntad de compromiso, mientras
que el líder bielorruso Aleksander Lukashenko estará en China
del 28 de febrero al 2 de marzo para reunirse con Xi Jinping con
la tarea de "ayudar a Rusia y China a evadir sanciones".
Sin una solución diplomática a la vista, la batalla para
ambos bandos sigue siendo la de las armas. En una entrevista con
CBS News, el director de la CIA, Bill Burns, confirmó la
posibilidad de que China pueda enviar ayuda militar a Rusia,
aunque Pekín aún no ha tomado una decisión al respecto. Estados
Unidos ha aclarado "en reuniones a puerta cerrada" con
representantes de Pekín que si esto llegara a suceder, habrá
"costos reales" para los chinos.
Para Ucrania, el nudo de los cazas permanece, mientras
que, según los medios, Zelensky compilará una lista de armas
-incluidos F-16 y misiles de largo alcance- que necesita y la
presentará para que la examinen algunos diputados republicanos
estadounidenses. Y fue precisamente del presidente de la
Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes
estadounidense, Michael McCaul, quien solicitó a la
administración de Biden que enviara jets o misiles de largo
alcance. (ANSA).
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