Ambas mujeres, ambas contra la invasión rusa, ambas valerosas. Pero las leyes sobre censura aprobadas por Moscú tras el inicio de lo que el Kremlin llama "operación militar especial" no perdonan.
La periodista y activista Maria Ponomarenko, 44 años, fue condenada a seis años de cárcel por publicar la noticia de los ataques rusos al teatro de Mariupol, en marzo pasado, en el que murieron centenares de civiles.
El tribunal de Barnaul, en Siberia, la halló culpaba de difundir "fake news" con base en la nueva normativa para sofocar el disenso acerca del conflicto. Además, le fue prohibida la actividad periodística por 5 años.
Ponomarenko, que escribía para el sito RusNews, fue arrestada en abril, semanas después del bombardeo, por publicar un post en el que se afirmaba que el ataque a Mariupol fue perpetrado por aviones de guerra rusos, no obstante la desmentida del ministerio de Defensa del Kremlin.
Unos 1.200 civiles estaban buscando refugio en el interior del teatro cuando fue bombardeado por jets de Moscú. Las autoridades ucranianas consideran que fueron asesinadas 300 personas, pero según una investigación de AP el número sería cercano a 600 muertos. Muchos de los cuerpos fueron hallados en el sótano.
Al dirigirse a la corte antes de la sentencia, Ponomarenko subrayó que según la Constitución rusa no hizo nada de malo: "Si hubiera cometido un verdadero crimen, entonces sería posible pedir clemencia, pero una vez más, gracias a mis cualidades morales y éticas, no lo haré". Por consiguiente, concluyó su discurso afirmando: "Ningún régimen totalitario fue jamás tan fuerte como antes de su derrumbe".
Una suerte similar es la que corre Olesya Krivtsova, estudiante universitaria de 20 años con arresto domiciliario, por un comentario en las redes sociales contra la guerra en Ucrania. Fue acusada de justificar el terrorismo y desacreditar a las Fuerzas Armadas rusas y puede recibir hasta 10 años de cárcel.
"Nunca imaginé que alguien podría recibir una pena de prisión tan extensa por publicar algo en Internet", dijo la estudiante de la Universidad federal septentrional de Arkhangelsk, que fue incluida en la lista negra de terroristas y extremistas.
La muchacha, que tatuó a Vladimir Putin representado como una araña, con la inscripción orwelliana "El Gran Hermano te está observando", agregó que algunos de sus compañeros estudiantes de historia "estaban discutiendo en el interior de un chat si denunciarme a las autoridades", acusándola de "posteos provocadores de carácter derrotista y extremista".
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