(ANSA) - ROMA, 10 FEB - En medio de la descomunal tragedia
del terremoto que devastó la zona en el confín entre Turquía y
Siria, ella, "bautizada" Aya -que en árabe quiere decir milagro-
se convirtió en el símbolo de la vida que vence a la muerte y la
destrucción: mientras el cálculo de las víctimas en los dos
países supera las
23.000, de todo el mundo partió una carrera para adoptar a la
pequeña , hallada viva, apenas nacida y aún conectada con el
cordón umbilical a la madre, muerta por el sismo en el noroeste
de Siria junto también al padre de Aya y sus cuatro hermanos.
La pequeña se encuentra en un hospital en Afrin, donde se
halla en condiciones estables. El director del nosocomio, Khalid
Attiah, recibió decenas de llamadas de todo el mundo con ofertas
para hacerse cargo de ella. Pero él, que tiene una hija cuatro
meses más grande que Aya, dijo: "No permitiré a ninguno
adoptarla ahora. Hasta el retorno de sus parientes lejanos, la
trataré como una de mi familia". Literalmente su esposa la está
amamantando, junto a la hija de ambos.
La enormidad de la catástrofe está bien representada por lo
que está ocurriendo en Nurdagi, en Turquía, donde no hay más
lugar y ni siquiera tiempo para enterrar los cadáveres,
amontonados en un camión y en fosas sin nombre, así como en
Afrin, en Siria.
Pero no obstante las horas hacen decaer la esperanza de
hallar alguien con vida, los socorristas continúan igualmente en
busca de algún otro "milagro". Es el caso del equipo español que
propiamente en Nurdagi rescató vivos a un niño y una niña de
entre los escombros, poco después, también la madre de los dos
niños fue salvada.
O como Adnan Muhammed Korkut, de 17 años, que salió con vida
de las ruinas de un edificio derrumbado en la ciudad turca de
Gaziantep, luego de haber quedado atrapado por espacio de 94
horas. El muchacho dijo que se vio obligado a beber su propia
orina para aplacar la sed.
Mientras Ayse Mustafa, siria, de 15 años, fue salvada
después de 103 horas del terremoto, bajo los restos de un
apartamento en la provincia de Kahramanmaras.
Tantos aún desaparecidos, como los 7 italianos -el veneto
Angelo Zen y la familia de origen sirio que residía en
Lombardia- de los cuales aún no se tienen noticias, como
puntualizó el canciller Antonio Tajani.
Pero para muchos, los violentos sismos -que modificaron
35.000 kilómetros cuadrados de territorio entre los dos Estados-
no han dejado escapatoria.: una familia de cuatro personas de
Queens, Nueva York, Burak Fink, que dejó su trabajo y Nueva York
para viajar con su esposa Kimberly y sus dos niños de 1 y 2
años, había volado con sus parientes a Elbistan. También su
madre no lo logró mientras el padre se salvó: estaba en su
automóvil y vio el edificio derrumbarse, con toda su familia,
antes sus ojos.
Entre tanto, la carrera de solidaridad de todo el mundo, con
ayudas y equipos de emergencia no se detiene, mientras el
presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de visita en las zonas
del desastre hizo notar que las operaciones "no está procediendo
tan velozmente como esperaba". Después de la duras críticas de
los primeros días post-sismo acerca de la máquina turca de los
socorros, el presidente afirmó que el gobierno reunió "quizás el
más grande equipo de búsqueda y socorro del mundo" compuesto por
141.000 personas comprometidas en 10 provincias siniestradas.
Y también si con reticencia, los conflictos dejan un poco de
espacio a quien intenta salvar vidas: el PKK, partido de los
trabajadores kurdos considerado terrorista por Ankara, suspendió
las operaciones en Turquía, mientras Estados Unidos aligeró las
sanciones contra el régimen sirio del presidente Bashar
al-Assad, permitiendo "los esfuerzos de socorro".
Damasco, en tanto, se dijo lista para enviar mediante la
Medialuna Roja un convoy de ayuda humanitaria -hasta ahora
excluidos- a las zonas del noroeste fuera del control
gubernamental y en manos del los insurgentes cooptados por
Turquía (que bloquean desde hace días convoyes partidos de las
zonas bajo control kurdo).
Y sobre la dramática situación en Siria, donde centenares de
miles de personas no tienen siquiera una tienda donde repararse,
intervino la ONU: el Alto comisionado para los Derechos Humanos,
Volker Turk, pidió "un cese del fuego inmediato" en Siria para
facilitar las ayudas. Y desde el Palacio de Vidrio llega además
otra alarma: 874.000 personas corren el riesgo de quedar sin
alimentos. (ANSA).
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