(ANSA) - ROMA, 03 FEB - La nueva ofensiva rusa en Ucrania es
ya una perspectiva de cuándo, no di sí, considera la
inteligencia de Kiev para la cual la prioridad de Vladimir Putin
es conquistar "a más tardar en marzo" todo el Donbás.
Una prueba de fuerza en la que el ejército se estaría
preparando con 200.000 soldados reunidos en el confín, listos a
unirse a los 300.000 ya ocupados en el frente.
La respuesta occidental, para contener esta
maxi-movilización, es continuar enriqueciendo el arsenal de los
defensores. Estados Unidos toca, como siempre, la parte del
león, con un paquete de 2.000 millones y misiles de 150
kilómetros de alcance.
Pero también los europeos no se quedan atrás: Italia y
Francia dieron luz verde definitiva al sistema antiaéreo Samp-T,
que estará operativo en Ucrania "en primavera", mientras
Alemania pondrá a disposición otra serie de tanques Leopard.
La posición de Moscú, tras casi un año de conflicto, no
parece hacer cambiado porque Washington "no observa señales de
una voluntad negociadora". Al contrario, según el director de la
CIA, William Burns, Putin apuesta a la baja del interés
occidental y al "cansancio político" de los patrocinadores de
Kiev, lo que podría ofrecer a las tropas rusas nuevos espacios
para ganar terreno al enemigo.
Los 007 ucranianos comparten este análisis y llegan a
imaginar un escenario aún más concreto. "Los ocupantes se
volvieron más activos en el frente oriental, y en particular en
Lugansk, donde están reuniendo más reservas y desactivan
Internet móvil en la parte ocupada por miedo a que los
residentes locales denuncien el movimiento de equipos", explicó
el gobernador Serguei Gaidai.
Las señales en el terreno confirman una intensificación de
los ataques rusos en Donbás. A partir de Bakhmut. "Es nuestra
ciudad fortaleza, no la abandonaremos", aseguró Volodimir
Zelensky al recibir en Kiev a Charles Michel y Ursula von der
Leyen para la cumbre UE-Ucrania.
El líder ucraniano, con los colegas de las instituciones
comunitarias, fue claro: "Rusia quiere apoderarse del este y no
podemos relajarnos". De aquí el enésimo pedido a los aliados:
"Con la aceleración de las entregas de armas, inclusive las de
largo alcance, no solo no nos retiraremos de Bakhmut, sino que
también comenzaremos a liberar el Donbás, que está ocupado desde
2014".
De las cancillerías occidentales la respuesta, una vez más,
llegó. El Pentágono anunció el nuevo envío de armas por 2.000
millones de dólares. Esto prevé, sobre todo, los cohetes bomba
GLSDB guiados con GPS, que pueden impactar a un blanco a 150
kilómetros de distancia, casi el doble respecto a los Hmars
enviados a Ucrania en junio. Aunque su arribo al frente no será
inmediato y podrían necesitarse nueve meses.
También Roma y París se movieron: el avanzado sistema de
defensa antiaérea Samp-T, de fabricación italo-francesa, será
entregado "en la primavera de 2023", anunció el ministro Guido
Crosetto luego de una llamada telefónica con su colega Sebastien
Lecornu, en la que fueron definidos los últimos detalles
técnicos del envío.
El anuncio de Crosetto -que llegó solo después de que
finalizó el acuerdo con París, en el respeto a la transparencia
pero, al mismo tiempo, también de las obligaciones acerca de la
reserva a la cual se apegó el titular de Defensa- es señal de
que Kiev pretende reforzar sus defensas. "No llegamos", aseguró
la premier Giorgia Meloni durante la visita a Berlín,
confirmando que volará a Kiev antes del 24 de febrero,
aniversario de la invasión.
Nuevas armas están por llegar de Berlín. Luego del vía libre
a los 14 tanques Leopard 2, el gobierno alemán desbloqueó la
transferencia de los Leopard 1: se trata de medios más viejos,
datan de los años '60, pero en los depósitos hay cerca de 90.
La respuesta de Moscú a la movilización de loa países de la
OTAN es, como siempre, un mix de ostentación de seguridad y
advertencias amenazantes. En el Kremlin, Dmitry Peskov, aseguró
que la operación militar en Ucrania continua para "garantizar la
seguridad del Donbás", mientras la de Crimea está ya
"garantizada en modo confiable".
Dmitry Medvedev, en cambio, usó los acostumbrados tonos
apocalípticos: la perspectiva del "completo fracaso del Estado
ucraniano" y de su "inevitable fin" está a las puertas y
Occidente asistirá silenciosamente a la "muerte" de Ucrania. Un
país que es liquidado ni más ni menos como una "colonia",
destinado a ser arrojado "al bote de basura de la historia".
(ANSA).
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