(ANSA) - KIEV, 29 GEN - Kiev refuerza la presión sobre los
aliados para recibir armas aún más poderosas y afrontar mejor
las grandes batallas de la primavera, cuando el suelo ya no
estará helado.
La primera solicitud de Volodimir Zelensky es de misiles
de largo alcance, pero el objetivo real son los aviones de
combate. Y en Washington, ahora, se empieza a tomar en
consideración la cuestión. En cambio, en Europa, del lado
alemán, se está intentando reavivar la llama del diálogo: el
canciller Olaf Scholz ha subrayado que quiere volver a hablar
con Vladimir Putin. Y el Kremlin parece haberlo apreciado.
Zelensky, en su mensaje vespertino a la nación, agradeció a
los aliados, incluida Italia, por los últimos "logros
significativos en el campo de la defensa". Y confió en que ese
"impulso" se mantenga, en dos direcciones: "acelerar" con los
suministros de armas ya acordadas y "evaluar" el envío de
"nuevos tipos".
El líder ucraniano tiene en mente en primer lugar
"misiles de largo alcance". Porque los lanzacohetes americanos
Himars utilizados hasta ahora "tienen un alcance de 80
kilómetros y no pueden alcanzar muchas de las zonas ocupadas".
En cambio, con una dotación de "Atacms con un radio de 300
kilómetros" pondría bajo presión a la artillería rusa lejos del
frente, y que hasta ahora ha sido capaz de atacar ciudades sin
perturbaciones, subrayó Zelensky, quien también convocó al
Estado Mayor General para hacer inventario de armas y
municiones.
Además de Atacms, Kiev intentará obtener algo que al
comienzo de la guerra parecía un tabú para los occidentales, a
saber, aviones de combate. Una veintena, entre ellos F16
estadounidenses, el Rafale francés o el Gripen sueco, son los
deseos del Ejército del Aire para modernizar la flota de la era
soviética. Este tipo de suministro ya se ha solicitado en el
pasado, pero la novedad es que los estadounidenses no cierran la
puerta. De hecho, según Politico, hay un grupo de oficiales
militares en el Pentágono que están presionando en esta
dirección.
Además, señala el Wall Street Journal, el temor de que
una larga guerra pueda jugar a favor de Moscú parece estar
creciendo entre los funcionarios de la OTAN. De ahí la urgencia
de armar a Kiev tanto como sea posible.
Por el momento, Berlín no quiere oír hablar de jets para
los ucranianos. Poner este tema sobre la mesa "no sería
considerado serio por la opinión pública", dijo Scholz,
volviendo del doloroso sí al envío de tanques Leopard, bajo la
presión de los aliados. La canciller alemana sigue comprometida
con "evitar una escalada" que conduzca a una "guerra entre la
OTAN y Rusia".
Para ello, anunció, "volveré a hablar con Putin por
teléfono. Depende de él retirar las tropas de Ucrania y detener
esta terrible guerra sin sentido".
La respuesta del Kremlin es sibilina, pero no
concluyente: "No se prevén conversaciones acordadas", pero
"Putin ha estado y sigue abierto a los contactos", aseguró
Dmitry Peskov. Pero todo el escepticismo occidental hacia Moscú
lo resume Guido Crosetto: "Nunca he tenido ningún prejuicio
contra Rusia. Al contrario.
También había sido crítico con algunos enfoques de la
OTAN que consideraba injustificados. Esperaba que pudiera
convertirse en un aliado de Rusia". Occidente. Me equivoqué yo.
Porque entonces decidió intentar anexar otra nación", dijo el
ministro de Defensa. El día después del severo ataque e insultos
recibidos por Dmitry Medvedev.
Sobre el terreno, el frente más candente de la lucha sigue
siendo Donetsk, entre las ciudades de Bakhmut y Vugledar. En el
sur, los ucranianos informaron de otro bombardeo a Jerson, que
supuestamente también golpeó un hospital. Causando al menos tres
muertes. En cambio, las autoridades prorrusas informaron de
cuatro víctimas tras un ataque de Kiev en un puente en el
distrito de Melitopol.
Además de cañones, se lucha con sanciones. Kiev apuntó a 182
empresas rusas y bielorrusas, así como a tres personas. Entre
las entidades sancionadas también dos sucursales de bancos
europeos, Unicredit Leasing y Raiffeisen Leasing. (ANSA).
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