Davide, un joven italiano que en el verano boreal de 2020 sufrió una apuntación de uno de sus brazos, recibió una prótesis con la técnica neuroquirúrgica TMR, una reinervación muscular dirigida por injerto de prótesis que permite eludir la memoria del cerebro para controlar la extremidad artificial, con la cual ahora puede soñar con convertirse en profesor de educación física.
Efectivamente, hace dos años y medio, cuando tenía apenas 16 años, sufrió una amputación de un brazo a causa de un accidente de moto lejos de su casa de Lugo, en la zona de Ravena, norte de Italia.
Hoy, Davide, que ya alcanzó la mayoría de edad, después de que le colocaran una prótesis en el Hospital Maria Cecilia de Cotignola, también en el área de Ravena, se matriculó en la universidad para convertirse en profesor de educación física.
La técnica neuroquirúrgica utilizada en él -explicaron en el hospital- es la TMR, una reinervación muscular dirigida por injerto de prótesis, que permite eludir la memoria del cerebro para controlar la extremidad artificial.
En general, se estima que hay más de tres mil casos de amputación de un miembro superior cada año en Italia, debido a patologías o por eventos traumáticos.
El uso de una prótesis requiere un largo proceso de preparación y de rehabilitación: la TMR sirve precisamente para este propósito.
El pionero es el neurocirujano Guido Staffa, del Hospital María Cecilia, clínica acreditada ante el sistema nacional de salud.
En los últimos cuatro años se realizaron siete intervenciones de tipo TMR en Italia, todas ellas por parte del equipo dirigido por Staffa.
En el mundo, hubo unas cincuenta intervenciones similares hasta el momento.
"La función de la TMR es crear las condiciones para el implante protésico -observó Staffa-. Hace años formé parte de un grupo de estudio sobre amputados: los pacientes no utilizaban bien las prótesis eléctricas implantadas, ya que deben contraerse para realizar el movimiento de los músculos que, sin embargo, están asignados a diferentes movimientos".
"Nuestro cerebro se niega a utilizar otros movimientos distintos de aquellos para los que fue diseñado", prosiguió.
"De ahí la idea de implantar los nervios de la parte residual de la amputación, es decir, los que quedaron en el muñón, sobre estos músculos para conseguir su activación. Así se pasa por alto el límite humano", completó.
Antes del accidente en moto, Davide recordó que "jugaba al voleibol, una pasión que seguí jugando sentado, el voleibol paralímpico". "Hoy también me dedico a los estudios: al no poder ser policía, mi gran sueño de niño, ni emprender la carrera de ingeniería eléctrica por el trabajo manual que requiere, me matriculé en la Universidad para convertirme en profesor de educación física", relató.
"Mi esperanza es, en el futuro, poder mostrar cómo la deficiencia no constituye necesariamente un límite y cómo afrontar un problema obteniendo una nueva oportunidad", concluyó.
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