El curioso zigzagueo de las burbujas de aire que se elevan en el agua, que había fascinado incluso a Leonardo da Vinci, tiene finalmente una explicación: su movimiento en espiral, retratado por el genio florentino en el Código Leicester, de hecho, depende del tamaño de la propia burbuja e influye su velocidad en el movimiento ascendente.
Así lo demostró un estudio realizado por Miguel Ángel Herrada, de la Universidad de Sevilla, y Jens G. Eggers de la Universidad de Bristol.
Los resultados, publicados en la revista de la Academia Estadounidense de Ciencias (PNAS) pueden ser útiles para comprender el movimiento de partículas cuyo comportamiento está a medio camino entre el de un sólido y el de un gas.
De hecho, los dos investigadores desarrollaron una técnica numérica para caracterizar con precisión la interfaz entre la burbuja de aire y el agua: esto permitió simular su movimiento y evaluar su estabilidad.
Los resultados obtenidos están en línea con las mediciones de alta precisión del movimiento de las burbujas y sugieren que la desviación de la línea recta se produce cuando el radio de la burbuja es superior a 0,926 milímetros.
Este desplazamiento cambia la curvatura de la burbuja, afecta su velocidad de ascenso y hace que oscile, inclinando hacia arriba la parte que aumentó su curvatura.
A medida que la presión del fluido disminuye alrededor de la parte de la superficie con la máxima curvatura, la burbuja tiende a volver a su posición original, comenzando de nuevo su zigzag periódico.
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