La decisión se tomó dos días después del asesinato de Haniyeh en Teherán, atribuido a Israel, que nunca reivindicó su autoría.
Las fuentes no especificaron la identidad de los israelíes que podrían convertirse en objetivo: turistas o altos funcionarios.
La decisión supone un dramático punto de inflexión, ya que hasta ahora era una estrategia utilizada por Hezbollah e Irán, pero que las milicias terroristas en Gaza nunca habían operado de esta manera.
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