Récord de audiencia para el programa de RAI 1 "Che Tempo Che Fa" con el Papa y Cecilia Sala, captando el 12% de los televidentes del país en la noche del domingo
La charla con Francisco sobre Gaza y Trump y la primera entrevista televisiva de Cecilia Sala tras su detención en Irán y su posterior liberación, tras enormes esfuerzos de la diplomacia italiana, impulsaron al programa que conduce Fabio Fazio, que registró 2 millones 453 mil espectadores en la primera parte (12,1%) y 958 mil (8%) luego y hasta un millón 856 mil (9,07%) en la presentación. Tiempo atrás, con la controvertida influencer Chiara Ferragni, Fazio había alcanzado el 14% de share con casi 3 millones de espectadores.
La entrevista con Sala fue impactante. Habló de los tormentos que padeció en la prisión iraní, con interrogatorios interminables, "encapuchada y con la cara vuelta hacia la pared", mientras en aislamiento "temía por mis nervios", y pasaba el tiempo "leyendo las instrucciones de los sobres o contando los dedos de mis manos", narró.
Por primera vez desde su liberación, Cecilia Sala decidió contar en televisión sus 21 días de detención en la prisión de Evin, hechos de acusaciones y miedos, esperanzas y preocupaciones. Entrevistada por Fazio, la joven periodista repasó aquellos momentos, sin olvidar nunca a todas aquellas personas que todavía están detenidas "que no tienen la suerte de tener un país detrás que te proteja y te cuide".
Para sobrevivir, dijo, "pensé en las cosas buenas de mi vida y que tarde o temprano las recuperaría". Pero luego apuntó: "no regresaré a Irán, al menos mientras exista la República Islámica".
Hablar de detención la dejó, de a ratos, sin aliento, la emoción se apoderó de ella cuando pensó en "el momento que te rompe", como ella misma dice. "Me recogieron en mi habitación de hotel mientras estaba trabajando", contó. "Estaba en el coche con la capucha puesta y la cabeza gacha hacia el asiento. Por el ruido del tráfico me di cuenta de que me llevaban a prisión" y el camino en el que estábamos.
"Solo al día siguiente se le permitió realizar las habituales llamadas telefónicas a la embajada o a su familia para justificar mi desaparición. "En los primeros 15 días de mi detención me interrogaron todos los días. El día antes de mi liberación me tuvieron diez horas seguidas, siempre con la capucha puesta. Durante uno de los interrogatorios me desplomé y me dieron una paliza. Pastilla para tranquilizarme. Siempre me interrogaba la misma persona en perfecto inglés y por lo que decía entendí que conocía muy bien Italia", narró, entrecortada.
El aislamiento fue el momento más dramático, con ruidos "desgarradores" provenientes de otras celdas, "llantos" o "intentos de hacerse daño" de otros prisioneros, prosiguió ante las cámaras.
"En una celda de al lado había una chica que se acercaba corriendo para golpearse la cabeza con todas sus fuerzas contra la puerta. Durante una llamada telefónica a Daniele (su pareja, NDR) le dije que tenía miedo por mi cabeza. Tenía miedo de perder el control", amplió luego.
Las mayores preocupaciones, recordó, estaban relacionadas con la crisis de Medio Oriente y la inminente investidura de Donald Trump. "Fue una cuenta atrás que me asustó mucho. Si él hubiera dicho públicamente que quería represalias contra algún iraní, mi situación podría haber sido muy complicada. Comprendí que era un rehén cuando me informaron de la muerte de Jimmy Carter, el presidente estadounidense de la crisis de los rehenes. Fue la única noticia que me dieron durante mi detención. En ese momento comprendí lo mi condición", deslizó.
La entrevista también abordó la supuesta participación de Elon Musk. "Nadie en mi familia ha hablado nunca con Musk", dijo la periodista italiana. "Mi pareja se puso en contacto con el contacto, Andrea Stroppa, y le preguntó si podía hacerle llegar la noticia a Musk, que se había reunido con el embajador iraní ante las Naciones Unidas tiempo atrás, un hecho histórico tras la crisis del 79. Le preguntó si podía sacar la noticia y la única respuesta que recibió fue 'informado'", comentó Sala.
Al cerrar la entrevista, la periodista recordó su desconfianza cuando, en la mañana del 8 de enero, le dijeron que sería liberada. "Pensé que quienes habían venido a recogerme eran los Pasdaran y no la inteligencia iraní. Pensé que me llevaban a una de sus bases militares, cuando luego, en el aeropuerto militar, me quitaron la venda de los ojos y vi una cara muy italiana con un vestido gris, tuve la sonrisa más grande de mi vida", rememoró.
También Francisco ayudó al recor de audiencia. El Papa fue otro de los entrevistados anoche por Fazio. Sobre las guerras en curso dijo: "La escalada de la guerra me asusta". También vuelve al tema de su eventual renuncia: "Por el momento no está en el centro de mis pensamientos". Y anuncia un viaje a la Polinesia en agosto y a Argentina a fin de año.
Francisco anunció los dos viajes previstos como hipótesis en entrevistas anteriores: Polinesia y Argentina. En Argentina -donde fue invitado oficialmente con una carta del presidente Javier Milei- el Pontífice podría ir a finales de año: "Allí la gente está sufriendo mucho. Es un momento difícil para el país.
Se está planteando la posibilidad de hacer un viaje en la segunda mitad del año, porque ahora hay cambio de gobierno, hay cosas nuevas... En agosto tengo que hacer el viaje a la Polinesia, muy lejos, y después de esto se haría el de Argentina si se puede hacer. Quiero ir allí. Diez años está bien (en referencia a que no vuelve a su país desde que asumió como Pontífice, NDR), está bien, puedo ir".
"Detrás de las guerras", insistió el Obispo de Roma, "está el comercio de armas. Un economista me dijo que, en este momento, las inversiones que generan más intereses, más dinero, son las fábricas de armas. Invertir para matar".
En la entrevista también hubo espacio para el tema tan querido por el Pontífice, el de los inmigrantes, con el recuerdo del abrazo que le dio a Pato, el joven camerunés que perdió el año pasado a su mujer y a su hija de 6 años a causa del hambre, el calor y la sed en el desierto entre Túnez y Libia. Francisco los recibió en noviembre en Santa Marta. "Hay mucha crueldad en el trato a estos inmigrantes cuando salen de sus hogares para llegar aquí a Europa", afirmó.
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