La noche del miércoles no cerró los ojos "por la alegría y la excitación", mientras que la anterior había permanecido despierta porque estuvo marcada "por la angustia".
"Estoy bien, tengo que acostumbrarme, tengo que descansar, pero no pensaba ser liberada tan pronto", le dijo a Mario Calabresi, director de Choramedia, en el episodio "Historias", su podcast, en el que reconstruyó su dramático arresto y los días pasados en aislamiento.
Días de tensión hasta el cambio de rumbo, llegado en la noche entre martes y miércoles. "A las 9 de la mañana -contó la periodista italiana que trabaja también para el Foglio- un guardia me dijo que sería liberada".
Y en pocas horas volaba hacia Italia, hacia la libertad.
"Fue un buen día para toda Italia", fueron las palabras de la primera ministra, Giorgia Meloni, que en la conferencia de prensa con los periodistas confesó la emoción experimentada en la llamada telefónica hecha a la madre de Cecilia para anunciarle la liberación.
"Quiero dar las gracias a los muchos que permitieron que esto sucediera", añadió la presidenta del Consejo de Ministros.
La carrera por el aeródromo para abrazar a su compañero, el final de una pesadilla que comenzó el 19 de diciembre con el arresto en una habitación de hotel en la capital iraní.
En el relato de Sala, la película de lo que vivió, de los muchos días pasados sin gafas, sin poder leer un libro, con una luz de neón siempre encendida y una pequeña ventana por donde llegaba una ráfaga de sol.
"Irán era el país al que más quería volver -comenzó diciendo-, donde estaba la gente a la que más apego tenía" y ese "viaje había comenzado para dar voz a estas personas".
En el relato, Cecilia subrayó que nunca se le explicó por qué había terminado en una celda, pero enseguida vinculó su caso al del ingeniero Mohammad Abedini Najafabadi.
"Pensé que podrían tener la intención de usarme para eso -explicó-. Tenía esta hipótesis clara y pensaba que era un intercambio muy difícil".
El día antes de la detención la entrevista con la humorista Zeinab Mousavi, arrestada por el régimen por hacer sketches de uno de sus personajes.
"Le pregunté cómo se siente estar en una celda de aislamiento. Me había contado -dijo- que había logrado reírse de vez en cuando en esa celda, que le habían venido a la mente unas bromas". Ella también se las arregló para reírse, pero solo dos veces en 21 días. "Cuando vi el cielo por primera vez. Por un pajarito que hacía un sonido gracioso". Por lo demás, angustia y miedo.
"El silencio es el enemigo en ese contexto - son las palabras de Cecilia - y en esas dos ocasiones me reí y me sentí bien. Me he concentrado en ese momento de alegría, he llorado de alegría".
La periodista confirmó el duro régimen al que se le mantuvo durante los primeros días.
"Lo que más quería era un libro, sumergirme en la historia de otro que no fuera la mía. Hasta los últimos días -añadió- no tenía gafas ni lentes de contacto, ni siquiera un bolígrafo para escribir: pedí el Corán porque pensaba que había una edición en inglés, pero no me lo dieron". Ningún colchón o almohadas.
"Tenía una manta y comía mucho arroz, lentejas y carne".
Pero "el problema no era comer, sino dormir", repite la mujer de 29 años, que reveló que fue interrogada todos los días por las autoridades durante las dos primeras semanas de detención.
"Me acusaban de tantos actos ilícitos cometidos en tantos lugares diferentes" pero "nunca se amenazó mi seguridad" aunque "en mi cabeza pensé que podrían matarme".
El 7 de enero, las condiciones mejoraron repentinamente, fruto del gran trabajo hecho por la diplomacia y la inteligencia: Cecilia fue llevada a una celda más grande, con otra detenida. "Cuando me dijeron que iba a ser liberada no lo creí, pero luego pensé en cómo decírselo a ella, a Farzané mi compañera de celda. Con ella hubo un abrazo muy poderoso".
En cuanto a su futuro, la periodista descartó su regreso a Irán. Pero no cambió de opinión sobre lo que significa para ella ese país: "La idea de ese país para mí no cambia: seguiré amando a Irán en su complejidad".
Un país donde hay personas que están en la cárcel "desde hace mucho tiempo". Por eso, concluyó con la voz rota por la emoción, no solo hay felicidad de estar de nuevo y finalmente en casa. También hay "la culpa de los afortunados".
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