Este ha sido el tema de fondo de numerosos discursos del Presidente de la República y será esencialmente uno de los mensajes que Sergio Mattarella intentará transmitir a los italianos en su tradicional discurso de fin de año.
Una intervención, a las 20.30 horas de Italia, que lanzará a los italianos al corazón de las celebraciones de Nochevieja, con una pizca de reflexión, entre cenas y vinos espumosos, con el objetivo de mantener firmemente principios y valores en la conciencia colectiva.
Fuentes de la Presidencia dicen que no hay que esperar temas políticos o de fondo, pero este será el décimo discurso de fin de año de Mattarella y ahora está claro que el presidente quiere llegar directo al corazón de los italianos, volando alto, por encima de los partidos pero sin renunciar a los llamamientos éticos.
Desde hace años, el presidente lucha por estimular la participación electoral, por recordar lo fuerte que es una comunidad si se reconoce a sí misma, si muestra solidaridad, si aborda los problemas manteniendo el tono bajo.
Este fue un año difícil y el presidente lo recordará. A la guerra en Ucrania se sumó el colapso de Medio Oriente , imágenes de masacres violentas, desde la del 7 de octubre en territorio israelí hasta las de Gaza y hoy también en Beirut.
Paz entonces. Es inevitable hablar de ello, pero sin demagogia. Mattarella señalará la necesidad de encontrar un camino hacia la paz que, sin embargo, no esté representada solo por la esterilización de los conflictos, sino por una paz capaz de defender los derechos y restablecer la justicia.
Pero no serán solo sombras su discurso. El jefe de Estado no dejará de infundir confianza, mencionando las cosas que funcionan y cómo una comunidad cohesionada y justa es el verdadero motor del crecimiento.
Luego, como siempre, el Quirinal solo puede registrar las cosas que están mal en nuestra casa y la lista de 2024 lamentablemente no difiere del pasado: por ejemplo, la seguridad y el número todavía inaceptable de muertes en el trabajo, el empleo precario, las dificultades de los jóvenes, obligados a buscar trabajo en el exterior, feminicidios que no cesan.
Se espera, entonces, un discurso claro y coloquial, con el estilo seco y directo que siempre lo ha caracterizado.
Probablemente de pie con las dos banderas que lo definen a sus espaldas, la italiana y la europea. Una elección estilística que marca la voluntad de llegar al mayor número posible de personas para enviar mensajes universales en los que la búsqueda de la paz, la lucha contra la violencia y el reconocimiento de las libertades de los demás están siempre en primer plano.
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