Uno de cada tres italianos consumen productos cerca de su fecha de vencimiento, cuando los supermercados bajan sus precios, o segundas marcas, uno cada dos compran por Internet, uno de cada cuatro produce varios de sus alimentos y uno de cada tres solo compra descuentos.
Estos datos surgen de la nueva encuesta del economista Andrea Segrè, que será uno de los protagonistas de las actividades oficiales promovidas por la FAO, la organización de la ONU para la agricultura y la alimentación, para la jornada, que la realizó junto con la académica Ilaria Pertot.
Durante la jornada también será presentado el libro "La spesa nel carrello degli altri. L'Italia e l'impoverimento alimentare' ("La compra en el carrito de los otros. Italia y el empobrecimiento alimentario"), inspirado en el tema de jornada: "El derecho a la alimentación como derecho universal de todos los ciudadanos del planeta".
Los autores, Carlo Ginzburg y Giovanni Levi, cuentan trece historias de supervivencia alimentaria y existencial, para conocer a los viejos y nuevos pobres, en un recorrido entre jubilados y desocupados, que siempre han tenido que contener los gastos de la compra.
También hay testimonios de familias monoparentales cuyos ingresos son cada vez más insuficientes, niños, madres y padres que con demasiada frecuencia son presa de tópicos y falsedades sobre estrategias nutricionales.
Los datos muestran que el índice de inseguridad alimentaria aumenta un 26% en el Sur con respecto al Norte y al Centro, y se dispara un 280% en la llamada clase trabajadora con respecto a la media nacional.
"En esta sociedad, explican los autores de la encuesta, a cualquiera le puede pasar, en cualquier momento, caer a la zanja del empobrecimiento, administrando los escasos 97 céntimos al día que pone a su disposición la insuficiente tarjeta social, instituida por la ley de presupuestos de 2024".
"Para agravar la situación, agregan, no solo hay desocupación, sino cada vez más 'trabajo pobre', empleos precarios, no declarados y mal pagados, que no garantizan la seguridad económica, mientras que la pobreza de género hace que las mujeres perciban pensiones un 27% inferiores a las de los hombres".
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