Las imágenes aéreas tomadas no más de cinco días atrás hablan claro: "las manchas de color marrón entre el follaje verde de los bosques, en particular de alcornoques y encinas a lo largo de la costa este de Cerdeña, desde el sur hasta Gallura, pero también en Sulcis y en el centro de la isla, aumentaron visiblemente en los últimos dos meses.
Un mal bien conocido por los investigadores y los expertos de la Universidad de Sassari y de la Agencia regional AGRIS, que está poniendo en riesgo la supervivencia de amplias áreas de bosques, un mal que en los últimos meses recrudeció en sus consecuencias por estar unido a la fuerte sequía que atenaza la región en este 2024.
La presencia de Phytophthora o fitoftora, el hongo que ataca las raíces de las plantas, en Cerdeña se le conoce por años, mientras se extendía por Europa, para comenzar en los países del Este, estudiada desde principios de los años '70.
Pero es una mortal combinación con los efectos de la crisis hídrica siempre más apremiante, que aceleró los procesos que hoy se verifican en las zonas aquejadas y que obligaron a la Región, con el Departamento del Ambiente, en primer lugar, a hacer algo al respecto.
La Región dispone de recursos por valor de 1 millón 150 mil euros, el cual será asignado en una resolución con el detalle de primeras acciones a tomar.
"Desde hace tiempo nuestros expertos estudian el fenómeno que se intensificó en el último período -especifica la titular del Ambiente de la Junta Todde, Rosanna Laconi, al final de la mesa técnica convocada para afrontar la emergencia-, también porque éste es el año más seco del último siglo".
En realidad son dos los procesos que ponen en riesgo las forestas: el deterioro y la desecación.
"El primero afecta, en particular, al alcornoque, y es considerado una verdadera enfermedad -puntualiza Salvador Seddaiu, investigador de AGRIS Cerdeña, en el Servicio de cultivo de corcho y silvicultura-, mientras la desecación es debida principalmente a un déficit hídrico". Si estos dos fenómenos s sobreponen las consecuencias son nefastas e irreversibles.
Con los recursos desembolsados podrán comenzar los monitoreos y el análisis de las áreas aquejadas que ocurrirán mediante instrumentos tecnológicamente avanzados como drones con sensores para imágenes multiespectrales, en grado de definir exactamente la variación de la cantidad de clorofila presente en los árboles.
"Luego los investigadores y los varios operadores podrán in situ verificar fehacientemente la correspondencia entre las imágenes y el fenómeno que eventualmente está presente, con el grado de sufrimiento de la planta". Esta es la hoja de ruta indicada por los expertos.
Basándose en el estado del deterioro y el justo diagnóstico se podrán definir las estrategias de intervención: "en función del estado de desarrollo de la enfermedad puede ser una condición irreversible y, en consecuencia, es necesario intervenir o sobre el ambiente o sobre el visitante para buscar aligerar los síntomas de la enfermedad, y aumentar la resistencia de la planta", precisaron los asesores.
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