A 13 años del congreso de Tours de 2011, cuando reemplazó al padre Jean-Marie Le Pen en la dirección del ex Frente Nacional, iniciando así la larga obra de "desdiabolización" del partido neofascista, la abogada de 55 años paladín de la "preferencia nacional" apunta a romper el "techo de cristal" que durante medio siglo impidió a la Llama Tricolor de Ultrape acceder al poder.
Pero antes que ella, el delfín Jordan Bardella, de 28 años, asumirá el papel de primer ministro, en caso de ganar las elecciones anticipadas de hoy y el 7 de julio. Para Le Pen, la votación sorpresa convocada por Macron tras la derrota en las elecciones de la UE del 9 de junio es una oportunidad única e inesperada hacia la codiciada conquista de la presidencia en 2027.
Como siempre en la saga de Le Pen, política y familia se entrelazan en doble hilo y quizás no sea casualidad que Bardella sea el exnovio de Nolwenn Olivier, hija de la hermana de Marine Le Pen, Marie-Caroline.
Un 'círculo mágico' en salsa azul-blanc-rouge que hoy permite al eterno pretendiente del Elíseo pilotar su delfín de origen italiano en un círculo muy estrecho, a pesar de los matices, confiando en que en los próximos tres años no la traicionará e incitándolo a posponer, si no enterrar, algunas promesas electorales con el pensamiento de cara al Elíseo.
La hipótesis de convivencia con Bardella en Matignon y Macron en el Elíseo está lejos de permitir la realización de todas las promesas de Rn y esto representa para Le Pen una coartada perfecta para reivindicar el Elíseo en 2027.
Falso argumento, para los detractores en París, según el cual, en caso de cohabitación, el primer ministro tiene poderes suficientes para gobernar libremente el país, independientemente del llamado 'dominio reservado' del Elíseo, como demostró en su momento el socialista, Lionel Jospin, en su última cohabitación con el neogolista Jacques Chirac.
El único obstáculo real para la aplicación del programa de Rn, observan en París, es más bien el respeto del Estado de derecho: la Constitución francesa prohíbe medidas discriminatorias o discriminatorias como la "preferencia nacional" prometida por el Rn. Pero también en este caso, Le Pen puede convertir este inconveniente en una ventaja, transformándolo en un tema clave presidencial.
En efecto, desde la silla del Elíseo, tendría el poder de iniciar profundas modificaciones de la Carta Fundamental promovida en 1958 por Charles De Gaulle (1958), permitiendo así la aplicación del programa lepenista.
Entrevistada en los últimos días por radio Rtl, ella aseguró: "Estoy dispuesta a hacer enormes sacrificios por mi país y por mi pueblo".
Cuando se le preguntó si no hubiera preferido enviar a Jordan Bardella por "miedo", lo niega rotundamente. ¿Miedo? "Si hubiera tenido miedo de algo, habría decidido plantar fresas, habría decidido criar gatos como mi negocio principal". Y otra vez: "Podría haber entrado en una multiplicidad de profesiones en las que no se arriesga absolutamente nada. Permítanme decir -concluyó Le Pen- que mi trayectoria puede hacer pensar que soy lo suficientemente valiente como para no tener mucho miedo de nada".
De aquí a 2027, la hija de Jean-Marie Le Pen podría seguir presidiendo sus diputados a la Asamblea Nacional.
Entre los más fieles, algunos la incitan a aspirar a la presidencia del hemiciclo, un papel que podría ayudar a forjar una imagen de prestigio, reforzando así su estatura "presidencial", con la esperanza de romper de una vez por todas la llamada "maldición" de Le Pen, la larga serie de derrotas que los ha mantenido alejados del poder durante 50 años.
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