Un balance decididamente parcial: según la misma fuente, el número de muertos "probablemente será mayor", también debido a la afluencia de numerosas personas a la zona, huyendo de los conflictos tribales en las áreas cercanas.
Se estima que el deslizamiento de tierra arrasó con unas 150 casas, divididas en seis pueblos, habitados por al menos 4.000 personas.
Según los expertos, será difícil establecer con certeza el número definitivo de víctimas dada la inmensidad de la zona afectada: el deslizamiento acumuló escombros de hasta 8 metros de altura en un perímetro equivalente a cuatro campos de fútbol.
Pero la zona dañada es mucho mayor, más de 200 kilómetros cuadrados.
Según algunos medios locales, el deslizamiento de tierra podría haber sido causado por las fuertes lluvias de las últimas semanas: al fin y al cabo, como certifica el Banco Mundial, Papúa Nueva Guinea tiene uno de los climas más lluviosos del mundo. Además, como vienen advirtiendo los expertos desde hace tiempo, el aumento de las precipitaciones relacionado con el cambio climático podría incrementar el riesgo de deslizamientos de tierra.
Mientras tanto, los numerosos socorristas llegados de los países vecinos, empezando por Australia -más de 1.000 hombres- trabajan en una carrera contrarreloj para intentar encontrar algunos supervivientes. Pero se enfrentan a grandes dificultades: la catástrofe se produjo en la remota provincia de Enga, a 600 kilómetros de la capital, Port Moresby, y la principal carretera de la provincia, único acceso a la zona, sigue cubierta de escombros a lo largo de unos 150 metros.
Los primeros auxilios llegan sólo por vía aérea, en helicópteros, mientras que en tierra la gente cava en el barro, con las manos desnudas, con pequeñas palas o herramientas improvisadas.
Además, la tierra en las montañas cercanas continúa deslizándose y moviéndose, lo que obviamente hace que todo sea muy peligroso.
Las autoridades locales hablan de "un desastre sin precedentes". Un residente todavía traumatizado de un pueblo cercano dijo que cuando llegó al lugar de la tragedia, "no quedaba nada". En la televisión australiana ABC, dijo entre lágrimas que todo era "simplemente plano y lleno de tierra".
"Solo había piedras y tierra: ni gente, ni casas".
Finalmente, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció que Estados Unidos está dispuesto a brindar asistencia y definió a Papúa Nueva Guinea como un "socio cercano y amigo" de su país.
Washington fortaleció durante mucho tiempo los lazos con este estado oceánico, especialmente después de que China firmara un acuerdo de seguridad con las vecinas Islas Salomón en 2022 que permite a Pekín desplegar personal policial y militar en el país.
El año pasado, en particular, Estados Unidos firmaron un acuerdo similar, de defensa, con Papúa Nueva Guinea, una realidad que se encuentra al sur de Guam, territorio estadounidense, y además es considerado un importante centro militar en el Pacífico.
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