El presidente ruso, Vladimir Putin, está dispuesto a detener la guerra en Ucrania con un alto el fuego negociado que reconozca "las actuales líneas del campo de batalla", dijeron fuentes rusas a la prensa.
El propio Putin afirmó que estaba preparado para negociaciones que partan de la "realidad creada sobre el terreno", pero añadió que la base debe ser el borrador esbozado por los negociadores ucranianos y rusos en Estambul en marzo de 2022.
Mientras, su portavoz, Dmitry Peskov, negó que pueda aceptarse un cese de hostilidades en las posiciones actuales.
"El presidente ha dicho repetidamente que está dispuesto a negociar, pero para lograr los objetivos que ahora estamos logrando con la operación militar especial", dijo Peskov.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, que siempre se ha opuesto al envío de arm as a Kiev, ha dado la alarma sobre lo que denunció como preparativos de Occidente, y en particular de Europa, para una "entrada en guerra" con Rusia. Pero Budapest, advirtió, ya está trabajando en una solución legal para "redefinir" su estatus como país miembro de la OTAN, dejando claro que no tiene intención de participar en ninguna acción de la propia Alianza fuera de sus fronteras.
Por su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, aseguró que "esta guerra sólo podrá terminar cuando Rusia comprenda que debe retirar sus tropas".
El proyecto de Estambul preveía desarrollar mecanismos para la seguridad de Ucrania, excluyendo su entrada en la OTAN, pero con garantías proporcionadas por varios países -entre ellos Italia-, mientras se planteaba la hipótesis de que las negociaciones sobre el futuro de Crimea y Donbás podrían durar hasta 15 años.
En una entrevista, el jefe negociador de Ucrania, David Arakhamia, dijo que Kiev decidió abandonar las negociaciones por varias regiones.
Rusia se sintió "engañada" por ese revés, según Putin, quien ahora añadió otro elemento de incertidumbre: la legitimidad de Volodimir Zelensky como presidente de Ucrania, la cual, dijo, "expiró" al finalizar su mandato el 20 de mayo.
Por eso, Moscú pide ahora a las instituciones ucranianas saber cuáles son las autoridades legítimas con las que iniciar negociaciones.
En tanto, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, quien siempre se opuso al envío de armas a Kiev, dio la alarma sobre lo que denunció como preparativos de Occidente, y en particular de Europa, para una "entrada en guerra" con Rusia.
Las declaraciones de Orban se producen en simultáneo con el hecho de que la OTAN se prepara para discutir un nuevo paquete de apoyo a Kiev en su cumbre prevista en Washington en julio, y mientras se multiplican los rumores sobre una luz verde de Estados Unidos para que Ucrania lleve a cabo ataques con misiles de largo alcance proporcionados por los estadounidenses también contra Rusia.
En ese contexto, el Ministerio de Defensa de Moscú dijo que tres misiles Atacms de fabricación estadounidense fueron derribados anoche sobre Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Pero el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serghei Lavrov, aseveró que las fuerzas de Kiev ya utilizan armas suministradas por Estados Unidos para atacar objetivos civiles en Rusia Por otra parte, Putin se reunió en Minsk con el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, con quien debatió la participación de su país en los ejercicios en curso sobre el uso de armas nucleares tácticas.
El portavoz Peskov también anunció una próxima visita del jefe del Kremlin a Corea del Norte.
Mientras, China negó las acusaciones formuladas por el ministro de Defensa británico, Grant Shapps, de suministrar armas "letales" a Moscú para su uso en el conflicto de Ucrania.
Por otro lado, Zelensky volvió a visitar Járkov, capital de la región nororiental del mismo nombre, escenario del último avance ruso, a partir del 10 de mayo.
A su vez, Estonia acusó a Rusia de retirar 25 boyas luminosas en el río Narva, que marca la frontera entre ambos países.
La primera ministra estonia, Kaja Kallas, denunció lo que llamó un "incidente fronterizo".
"Estas acciones son inaceptables", advirtió el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, al considerar que forman parte de "un patrón más amplio de comportamiento provocativo y de acciones híbridas por parte de Rusia".
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