Otro aspirante era el hijo de Jamenei, Mojtaba, quien ahora parece tener el camino despejado hacia el liderazgo de la República Islámica. Sin embargo, su nominación sería arriesgada en un Irán que no acepta fácilmente la idea de un poder hereditario.
Según el artículo 131 de la Constitución, en caso de muerte del presidente, su primer vicepresidente -en este caso, Mohammad Mokhber- asume interinamente los poderes de la presidencia, con el consentimiento del Líder Supremo.
Al mismo tiempo, un consejo compuesto por el presidente del Parlamento, el jefe del poder judicial y el primer vicepresidente organiza las elecciones dentro de los 50 días.
Y como en todas las consultas electorales, para participar, los candidatos deben obtener la aprobación del Consejo de Guardianes, inclinado a mantener el poder conservador bajo la influencia del ayatolá.
Entre los nombres que circulan para el futuro presidente, la opción más creíble parece ser la de Mohammad Bagher Ghalibaf, actual presidente del Parlamento. Su perfil parece ser el más preparado para enfrentar un escenario de elecciones rápidas, al no necesitar presentaciones y ya contar con el respaldo de los Guardianes, según el portal Iranwire.
Si Jamenei quisiera traer una atmósfera diferente al panorama público, una de las cartas podría ser la del moderado Ali Larijani, expresidente del Parlamento, aunque podría tener complicaciones en la aprobación de su candidatura, ya que fue rechazada para las elecciones de 2021.
El nombre del expresidente Hassan Rohani es otro de los que circula en línea, pero su candidatura parece improbable después de que durante meses ha estado en desacuerdo con el Consejo de Guardianes.
Por otro lado, el exministro de Relaciones Exteriores Mohammad Javad Zarif podría ser una opción deseable si el gobierno quiere abordar las crisis de política exterior y algunas crisis internas.
Menos peso parece tener el nombre de Parviz Fattah, jefe de la poderosa Fundación del Orden del Imán Jomeini (Setad), quien fue candidato en elecciones pasadas, pero actualmente no tiene notoriedad. Por su parte, Hossein Dehghan, actual jefe de la Fundación Mostazafan, ha demostrado tener la confianza del gobierno y, al igual que Ghalibaf, mantiene el apoyo de algunas facciones dentro del ejército.
Sin embargo, en comparación con el primero, es menos probable que Mostazafan se imponga como la principal opción de voto en un período tan breve.
Otro nombre en circulación es el del actual ministro de Cultura y Turismo, Ezzatullah Zargami. Y en la lista de posibles candidatos también aparece Mahmoud Ahmadinejad, el impredecible y controvertido expresidente, quien sin embargo tendría que luchar arduamente para obtener la aprobación del Consejo de Guardianes.
Muchos políticos jóvenes y ambiciosos, como el alcalde de Teherán Alireza Zakani y el ministro de Carreteras Mehrdad Bazrpash, han mostrado interés en la presidencia. Pero dada la situación de crisis en el país y en la región, la idea de confiar en un nombre que no esté consolidado parece improbable.
La muerte de Raisi no hace más que exacerbar un panorama político ya difícil, con el aumento de la abstención tanto por la previsible descalificación de candidatos moderados y reformistas como por la represión de las protestas antigubernamentales que estallaron a finales de 2022. Lo único seguro es que la última palabra seguirá estando en manos de Jamenei.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA